sábado, 15 de enero de 2022

LIBERALISMO EGOICO = LIBERTINAJE

 Por Jorge Medina Barranco                                                                                                             

 São Paulo, Brasil. Enero 14 de 2022

El liberalismo es una doctrina política que nació en Inglaterra durante el siglo XVII. Los fundamentos intelectuales del liberalismo fueron establecidos por John Locke (1632 - 1704), filósofo y médico inglés, considerado como uno de los más influyentes pensadores del empirismo inglés y conocido como el «Padre del Liberalismo Clásico».

Los momentos de máxima expresión histórica del liberalismo lo encarnaron la Revolución Norteamericana en 1776, la Revolución Francesa en 1789 y los procesos independentistas en América Latina a partir de 1810.

Esta doctrina defiende la libertad individual, la igualdad ante la ley, y una reducción del poder del Estado en la vida social y económica.

En su época nació para poner límites a la monarquía absoluta, que no reconocía al individuo como sujeto de derechos sino como súbdito sujeto a la autoridad del rey. Los fundadores del liberalismo teorizaron que el Estado existe realmente para garantizar la seguridad, esto es, la vida, y la propiedad. De modo que si el gobierno no cumple con este cometido pierde su legitimidad. Obviamente, la prioridad del Estado debe ser la vida de sus ciudadanos: la vida está por encima de la propiedad, porque sin vida no se puede poseer propiedades.

Hoy día hay muchas formas y tipos de liberalismo, pero en general defiende los derechos individuales —como el derecho de propiedad, la libertad de asociación, la libertad de religión o la libertad de expresión—; el libre mercado o capitalismo; la igualdad ante la ley de todo individuo sin distinción de sexo, raza, origen o condición social; y el Estado de derecho o imperio de la ley al que deben someterse los gobernantes.

En una situación de desastre como la que ha creado la pandemia de la covid-19, tenemos que defender que la vida constituye un valor básico. Detrás de ella está la propiedad y, en el contexto actual, la economía. Vida, libertad, economía, ese es el orden que debemos defender en una sociedad laica en estos tiempos de pandemia.

Muchos políticos occidentales han basado su retórica electoralista en la libertad del individuo a ultranza, que coincide con las ideas de los negacionistas, los antivacunas, los conspiranoicos y los ultras individualistas. En ese contexto, la libertad consiste en hacer lo que uno quiera: es responsabilidad de los “individuos” llevar o no mascarilla, vacunarse o no, reunirse en grupos o no, etc. No existe el ciudadano, que habita en un Estado como sujeto de derechos y deberes civiles y políticos, sino “individuos soberanos” que hacen cada uno lo que le viene en gana.

La idea de “hacer lo que uno quiera” es la expresión de un individualismo egoísta e irresponsable, que

ignora la vida en común. Es lo que llamo “liberalismo egoico”, que no es más que libertinaje, palabra que han ido eliminando del vocabulario contemporáneo gracias al éxito social de los libertinos.

Tal visión libertina tiene su marco político en el libertarismo de Reagan, Thatcher o Friedman, que tanto daño hizo al mundo, porque esa visión es una doctrina de tendencia anarquista que, en última instancia, propugna por la supresión del Estado y del poder gubernativo en defensa de la libertad absoluta del individuo. La realidad es que esa posición política genera un descuido total de la ciudadanía, convirtiéndose en un “sálvese quien pueda”.

Pero la libertad liberal no posee solo un sentido político, sino que también posee un sentido moral, el que da lugar a la tolerancia, los derechos, la valoración de la vida privada y la libertad dentro de un marco normativo. Esto significa que mi libertad tiene un límite en el daño que mi acción produce en el otro: no llevar mascarilla en espacios cerrados, no vacunarme, no guardar distancia social o lavarme las manos atenta contra la vida del prójimo; asistir a macro fiestas, espectáculos masivos o centros de ocio sin ningún cuidado, atenta contra los demás al propagarse el virus libremente en la sociedad. La libertad no es, pues, un bien en sí, ni una posesión individual, sino una relación en comunidad. Por eso no puede ser sólo libertad de movimientos personales como creen los que apelan a las “libertades individuales”.

Los libertarios y libertinos afirman que poner coto a la “libertad individual” es una “medida totalitaria”. Esa es una formulación de la extrema derecha norteamericana libertaria, reaccionaria, no liberal.

Un ejemplo actual de esta situación es el caso de Madrid, capital de España. Según Helena Béjar, catedrática de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, esta ciudad se ha convertido en la ciudad más contaminada y ruidosa de Europa y con mayores índices de covid, porque su gobierno promueve la “libertad individual” y el “autocuidado”, ignorando completamente el deber con el prójimo que compete a todo ciudadano y, sobre todo, al gobierno.

Como dice Béjar (https://elpais.com/opinion/2022-01-12/liberalismo-cruel.html):

«Más que al autocuidado, habría que apelar a la virtud ciudadana. Pero ésta hay que construirla. Es el resultado de los hábitos morales de los ciudadanos que crean unas instituciones responsables —los gobiernos en primer lugar—, que hacen leyes justas. Así, los ciudadanos confiarían (el índice de desconfianza institucional está creciendo en nuestro país) en instituciones que elaboran leyes y normas que a la vez modelan sus mores o costumbres. La libertad de elección egoísta se sustituiría por la virtud ciudadana»

DESARROLLA TU LIBERTAD MORAL Y SOCIAL PARA CONSTRUIR UN MUNDO MÁS HUMANO

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