lunes, 16 de marzo de 2020

GNOSTICISMO, LA SABIDURÍA DEL CONOCIMIENTO INTERNO 4

Por Jorge Eduardo Medina Barranco
Bucaramanga, 16 de marzo de 2020

William Butler Yeats (Dublín, 1865 - Menton, Francia, 1939) poeta y dramaturgo irlandés, fue sin duda el máximo representante del renacimiento de la literatura irlandesa moderna, y uno de los autores más destacados del siglo XX. Recibió el Premio Nobel de literatura en 1923.
Hijo del pintor John Butler Yeats y de Susan Pollexfen Yeats, de una familia anglo-irlandesa de comerciantes protestantes, Su abuelo, llamado también William Butler Yeats, era rector de la Iglesia de Irlanda, pero su padre era un nacionalista escéptico y ateo. El carácter del joven poeta combinó ambos mundos en un extraño misticismo que le permitía a la vez rechazar la religión tradicional y el cientifismo estéril y se creó una “fe excéntrica en algún lugar entre las creencias ortodoxas de su abuelo y los descreimientos no ortodoxos de su padre”, según descripción del biógrafo Richard Ellmann.
Durante su infancia vivió con su madre y sus hermanos en el condado irlandés de Sligo, en la casa de sus abuelos maternos. Allí se empapó de los cuentos de hadas que contaba la gente sencilla de Irlanda; como el mismo Butler dijo, su madre le contó muchas historias de duendes y gnomos, mientras que los campesinos relataban experiencias con la «gente pequeña» y esta etapa de su vida en Sligo fue, según su propia explicación, «El lugar que realmente tuvo mayor influencia en mi vida» y marcó para siempre su carácter.
En 1887 se trasladó, junto con su familia, a Londres, y allí descubrió el hinduismo, la teosofía y el ocultismo, interesándose por la magia, el movimiento rosacruz y el espiritualismo, lo que le abrió un camino de misticismo y hermetismo que expresó en su obra literaria.
Los últimos 15 años de su vida fue el período más fecundo de Yeats, el de su madurez y vejez. En ellas se deja sentir la influencia de su esposa desde 1917, Georgie Hyde-Lees, una médium con un talento especial para la escritura automática. En 1925 escribió el tratado “Una visión”, donde expresa su creencia en la íntima relación entre la imaginación poética y la realidad universal e intenta explicar la mitología, el simbolismo y la filosofía que había utilizado a lo largo de sus obras. En él se refiere a la lucha entre los contrarios, situada en la base de su pensamiento. Según el historiador Giordano Berti (en “Claves y secretos del Tarot”, Barcelona, Salvat, 2005, p. 23) en “Una visión” vive el recuerdo de la enseñanza esotérica de la Golden Dawn, sociedad esoterista de la que formó parte,  sobre el Tarot; las "28 incarnaciones", como explicaba Yeats, son fases de la transformación del ser. De este material nacieron hermosas colecciones poéticas como “La torre” (1928), que incluye el celebrado poema ‘Navegando a Bizancio[1] , “La escalera de caracol” (1933) y “Últimos poemas”, con las que Yeats alcanzó el cénit de su lírica[2] .
En mis dos últimos años de estudiante de bachillerato, junto con un grupo de compañeros, creamos en el Instituto San Juan del Córdoba de Ciénaga (Magdalena), Colombia, una especie de Club de Poetas, editamos una revista literaria y leíamos, recitábamos y componíamos poesías, de modo que no me resisto a transcribir un poema de amor escrito en 1892 por éste extraordinario premio Nobel y publicado en la antología de 1893: La rosa (The Rose):
El amante habla de la rosa en su corazón
(The Lover Tells of the Rose in His Heart, W.B. Yeats)
Todas las cosas feas y rotas, todas las cosas gastadas y viejas,
el llanto de un niño junto al camino, el crujido de una carreta cargada,
los pasos duros del arador sobre el moho invernal,
dañan tu imagen que hace brotar una rosa en el fondo de mi corazón.

El mal de las cosas informes es un mal demasiado grande para ser dicho;
anhelo crearlas de nuevo y sentarme lejos en una colina verde,
con la tierra y el cielo y el agua, vueltos a hacer, como un cofre de oro
para tu imagen en mis sueños, que hace brotar una rosa en el fondo de mi corazón.
En este poema, el poeta sabe transmitirnos esa certeza de que las cosas cotidianas empalidecen en comparación con la profundidad de las emociones. Sabiendo que Butler Yeats fue esoterista y  conoció el movimiento rosacruz, no es difícil intuir que su anhelo de crear las cosas de nuevo es un anhelo espiritualista, traspasado por el dardo del amor, para hacer un mundo mejor, un mundo más humano, de valores nobles como suelo yo soñar, que nos haga a todos mejores seres.
La sociedad a la que perteneció William Butler, la Golden Dawn (originalmente en inglés, Hermetic Order of the Golden Dawn, Orden Hermética de la Aurora Dorada), fue una organización secreta y esotérica en la que se estudiaba y practicaba magia, cábala y alquimia, y se fundó en Londres en 1888 por William Wynn Westcott [3], Samuel MacGregor Mathers[4]  y William Robert Woodman[5]. Fue una organización que influyó poderosamente a comienzos del siglo XX en los estudios esoteristas rosacruces y gnósticos.
A la rosa sobre la cruz del tiempo
¡Roja Rosa, orgullosa Rosa, triste Rosa de todos mis días!
Acércate a mí, mientras canto las antiguas melodías
W. B. Yeats - "The Rose" (1893)
En torno a 1900 uno de sus miembros, el famosos y polémico
esoterista Aleister Crowley[6] , comenzó a publicar muchos de los rituales de la Orden en "El Equinoccio" (The Equinox), una revista que él mismo editaba bianualmente, uno de los motivos por los que fue expulsado rápidamente de la Golden Dawn; posteriormente creo su propia Orden llamada Astrum Argentum (A.A.) en 1905 y también llegó a ser líder de la Ordo Templi Orientis (O.T.O. Orden de los Templarios Orientales), una sociedad inglesa de carácter fraternal y secreta, fundada en Londres a comienzo del siglo XX por Theodor Reuss (1855 - 1923), un esoterista anglo-germano especialmente interesado en el tantrismo.
Este relato de la Golden Dawn y Aleister Crowley es interesante porque uno de los miembros de la A.A. y la O.T.O. fue el médico y coronel alemán Arnold Krumm-Heller, que fue el maestro esoterista del que el maestro Samael Aun Weor adquirió sus conocimientos gnósticos, como veremos más adelante.
La vida de Krumm-Heller fue tan influyente en el esoterismo Latinoamericano, que merece un comentario propio aun cuando no esté mencionado por Hoeller en el primer artículo de este tema, porque Hoeller ha desarrollado su actividad en el mundo anglosajón y Krumm-Heller la desarrolló en el hispanoamericano y germanófilo.
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[1] El que quiera leerlo puede hacerlo en http://www.pabloingberg.com.ar/pdf/traduccion-breves/Yeats-Bizancio.pdf, en versión original y traducido al español
[3] William Wynn Westcott (1848 - 1925) nacido en Leamington, Inglaterra, fue coronel y médico forense del ejército británico. Reconocido como cofundador de la Orden Hermética de la Aurora Dorada y miembro activo de la Sociedad Teosófica, fue francmasón y mago.
[4] Samuel Liddell "MacGregor" Mathers, (1854 – 1918), fue un ocultista británico conocido principalmente por ser uno de los fundadores de la Orden Hermética de la Aurora Dorada, una orden mágica ceremonial con ramificaciones existentes todavía hoy. Fue maestro masón y miembro de la Societas Rosicruciana in Anglia
[5] William Robert Woodman (1828-1891) fue un médico británico y uno de los fundadores de la Orden Hermética de la Aurora Dorada. Fue miembro de la Societas Rosicruciana in Anglia, de la que llegó a ser Secretario General (febrero 1868) y "Supremus Mago" (abril 1878). Bajo su liderazgo, la Societas se expandió de Londres para el resto de Inglaterra, a Australia y los Estados Unidos de América.
[6] https://es.wikipedia.org/wiki/Aleister_Crowley

domingo, 1 de marzo de 2020

GNOSTICISMO, LA SABIDURÍA DEL CONOCIMIENTO INTERNO 3

Por Jorge Eduardo Medina Barranco

Bucaramanga, 1 de marzo de 2020
William Blake (Londres 1757— Londres, 1827) fue un poeta, pintor y grabador británico considerado por algunos autores como el mayor artista que Gran Bretaña ha producido en toda su historia. La Biblia fue una influencia temprana y profunda en Blake, y seguiría siendo una fuente de inspiración crucial durante toda su vida. Desde una edad temprana Blake tuvo visiones, la más precoz fue cuando teniendo alrededor de nueve años vio un árbol lleno de ángeles «adornando con destellos, como estrellas, cada rama» Su poema Eternidad expresa claramente la idea de La Gran Renuncia budista:
“Quien a sí mismo encadenare una alegría, malogrará la vida alada.
Pero quien la alegría besare en su aleteo vive en el alba de la eternidad”
Como se sabe, el budismo es básicamente una religión no-teísta, basada en una filosofía la cual ofrece un sistema psicológico que, mediante un método de entrenamiento espiritual, permite alcanzar una iluminación transcendente. Esta religión se ha desarrollado a partir de las enseñanzas del Buda Siddhartha Gautama, quien nació dentro de la realeza del noreste de la India unos 600 años antes de Cristo.
El Buda observó que la ignorancia de las personas sobre la impermanencia de las cosas era la causa del sufrimiento y que la liberación espiritual consiste en liberarse de los apegos a los deseos y asuntos mundanos que son efímeros, alcanzando de esa forma una iluminación transcendente.
En el Budismo, el concepto de Anitya que suele ser traducido como transitoriedad, impermanencia o cambio, es una doctrina esencial y una de las "tres características de la existencia". El término Anitya expresa la idea budista de que toda existencia condicionada, sin excepción, está sujeta al cambio, lo cual significa que todos los seres manifestamos este devenir, este llegar a ser, este flujo continuo, en el Samsara o "ciclo de nacimiento, vida, muerte y reencarnación", que se manifiesta en nuestro proceso de envejecimiento, pero también como en cualquier experiencia de pérdida a lo largo de nuestra vida. Puesto que todas las cosas son transitorias, impermanentes, cambiantes, aferrarse a ellas es un empeño vano que conduce al sufrimiento.La única realidad no sujeta a la impermanencia es el estado de Nirvana, que no conoce el cambio, la decadencia ni la muerte. 

Si repasamos nuevamente el párrafo del poema de Blake, vemos que nos dice claramente: no te apegues a tus alegrías, como diciéndonos ‘no te apegues a ese deseo mundano efímero de la alegría’, lo cual es una noción de impermanencia budista y una acción de gran renuncia. Este principio de impermanencia también lo enseña Heráclito de Éfeso (540-480 a. C.), filósofo griego cuyas teorías estudie en 1987, junto con la historia y la filosofía griega desde los presocráticos hasta Platón, y después por mi cuenta otros filósofos, cuando hice un primer año de filosofía en la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia, en España).
Heráclito pensaba que el mundo procedía de un principio natural: el fuego (como el agua para Tales de Mileto, el aire para Anaxímenes y el ápeiron —la palabra es la transcripción del griego τὸ ἄπειρον, el ápeiron, que significa “lo indefinido”, “lo indeterminado”, “lo que no tiene fin”— para Anaximandro), lo cual no debe leerse en un sentido literal, pues es una metáfora como, a su vez, lo eran para Tales y Anaxímenes. El principio del fuego se refiere al movimiento y cambio constante en el que se encuentra el mundo: el fundamento de todo está en el cambio incesante. El ente —en filosofía, un ente es algo que existe, o es de alguna manera determinada— se convierte en algo distinto y todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. El fragmento quizás más conocido de la obra de Heráclito dice: En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]. El fragmento (citado con frecuencia erróneamente como no se puede entrar dos veces en el mismo río, siguiendo la versión que da Platón en el Crátilo) ejemplifica la doctrina heraclítea del cambio: el río —que no deja de ser el mismo río— ha cambiado sin embargo casi por completo, tanto sus aguas como, tal vez, su curso, así como el bañista que tiene otra edad y, a lo mejor, otras ideas de la vida y muchas experiencias nuevas: ninguno de los dos es ya el mismo que fue. Si bien una parte del río fluye y cambia, hay otra (el cauce, que también debe interpretarse y no tomarse en un sentido literal) que es relativamente permanente y que es el que guía el movimiento del agua. Algunos autores ven en el cauce del río el Logos que «todo rige», la medida universal que ordena el cosmos y, en el agua del río, el fuego. A primera vista esto de que el agua del rio es el fuego puede parecer contradictorio, pero debe saberse que Heráclito sostiene que los opuestos no se contradicen sino que forman una unidad armónica (pero no estática). Por ello, como lo comenta el mismo Heráclito en sus fragmentos, es razonable que la otra cara del agua sea el fuego.

El vocablo Logos (en griego λóγος) es una palabra griega que tiene varios matices de significado: Logos es la palabra en cuanto meditada, reflexionada o razonada; en lenguas romances suele ser traducida como Verbo. Logos también puede ser entendido como: inteligencia, pensamiento, sentido.
De hecho, Heráclito utiliza esta palabra en su teoría del ser, diciendo: "No a mí, sino habiendo escuchado al logos, es sabio decir junto a él que todo es uno". Es decir, para Heráclito el logos es la gran unidad de la realidad, tal vez lo real en sí mismo. Se puede pensar que el ser de Heráclito, entendido como logos, “es la Inteligencia que dirige, ordena y da armonía al devenir de los cambios que se producen en la guerra (la lucha permanente por la vida, aunque sea en sentido moral) que es la existencia misma”. Para Heráclito el logos es una inteligencia sustancial, presente en todas las cosas y cuando un ente pierde el sentido de su existencia se aparta del logos.
En el prólogo del Evangelio de Juan, considerado un Evangelio con claras influencias gnósticas, se menciona al Λóγος, identificándolo como al ente espiritual de Dios en el principio de la creación. Juan 1:1 dice:

( https://es.wikipedia.org/wiki/Logos )
Muchas interpretaciones han surgido en torno al significado del logos en este versículo. Algunos lo relacionaron con el logos de la filosofía griega y de la judeo-helenística de Filón de Alejandría [1] quien precisamente utiliza —antes del siglo I— la palabra griega Λóγος para significar la sabiduría y, especialmente, la razón inherente a Dios. Después del siglo I y a partir del Evangelio según Juan, Λóγος (traducido al latín como Verbum) obtiene una significación cristiana, pero con una profunda influencia hebrea.
Los gnósticos del primer siglo del cristianismo se inclinaron más por la interpretación griega y judeo-helenística que por la cristiana que termina convirtiendo a Jesús de Galilea en el Hijo Unigénito de Dios y, por extensión, la encarnación de Dios mismo: ¡según los cristianos Jesús es Dios encarnado!
Es importante ver el porcentaje de creyentes y no creyentes en la población mundial, para conocer el peso relativo del cristianismo y sus creencias en el mundo. Al sumar los porcentajes del gráfico, vemos claramente que el cristianismo es solo el 27,3% de la población mundial. El judaísmo niega la divinidad de Jesús, ya que es incompatible con su concepción de Dios. En el islam, donde se lo conoce como Isa, es considerado uno de los profetas más importantes, rechazando al mismo tiempo su divinidad. Las enseñanzas bahá'ís consideran a Jesús como una "manifestación de Dios", es decir, un profeta según el concepto bahá’í. Algunos hindúes consideran que Jesús es un avatar[2]. Algunos budistas, incluido Tenzin Gyatso, el decimocuarto dalái lama, consideran a Jesús como un Bodhisattva[3] que dedicó su vida al bienestar de las personas.
La prepotencia imperial romana que sigue existiendo en el cristianismo, sigue creyendo y afirmando que son la única religión verdadera, y la Biblia la palabra de Dios y sus creencias verdades absolutas. ¡Cuánta soberbia mística!
En sus enseñanzas Litúrgicas, el maestro gnóstico Samael Aun Weor afirma que Cristo se manifiesta eternamente en los mantras, exorcismos, cadenas y rituales, etc. (y por tanto es palabra y verbo). Que Cristo está en todo, que Él es el Logos mismo, la unidad múltiple perfecta (y por tanto inteligencia sustancial). Que Cristo es un principio cósmico, y como tal es principio ontológico del ser; por tanto, podemos afirmar que sin este principio se perdería la identidad del ser consigo mismo y se volvería no-ser o sea, nada. Se puede afirmar que si un ser no ha encarnado el principio Cristo, la sustancia Cristo, el poder Cristo, se considera filosóficamente como un no ser, como la no-realidad. Por ello el maestro Samael Aun Weor enseña que quien encarna en sí mismo ese poder divino se convierte en un Cristificado, como Jesús de Galilea, es decir, un Ser Real en el más completo sentido ontológico.
En la Introducción del libro titulado El Matrimonio Perfecto, dice sobre el Principio Cristo que:
<< EL MATRIMONIO PERFECTO y el CRISTO CÓSMICO constituyen la síntesis de todas las religiones, escuelas, órdenes, sectas, logias, yogas, etc., etc., etc. Es lástima de verdad que tantos que hallaron la Síntesis Práctica se hayan salido de ella para caer en el intrincado laberinto de las teorías.
En el Matrimonio Perfecto se encierran los Misterios del Fuego. Todos los cultos al fuego son absolutamente sexuales. Las vestales fueron verdaderas sacerdotisas del amor; con ellas los sacerdotes célibes alcanzaron el Adeptado. Es lástima que las modernas vestales (las monjas) no conozcan la clave de la Magia Sexual. Es lástima que los modernos sacerdotes hayan olvidado la clave secreta del sexo. Sentimos profundo dolor ver a tantos Yoguis que ignoran la clave suprema de la Yoga, la Magia Sexual, síntesis suprema de todo sistema de Yoga. La gente se llena de horror cuando conoce la Magia Sexual, pero no se llena de horror cuando se entregan a todos los refinamientos sexuales y a todas las pasiones carnales.
Es necesario que cada hombre se Cristifique. ES NECESARIO ENCARNAR AL CRISTO. 
En este libro hemos levantado el velo de los Misterios Crísticos. Hemos explicado lo que es el Principio Crístico. Hemos invitado a todos los seres humanos a seguir la Senda del Matrimonio Perfecto para lograr la Cristificación. Hemos explicado que Cristo no es un individuo, sino un principio universal cósmico impersonal que debe ser asimilado por cada hombre mediante la Magia Sexual. Naturalmente todo esto escandaliza a los fanáticos, pero la verdad es la verdad y tenemos que decirla aun cuando nos costara la vida.
Las enseñanzas del Zend Avesta a semejanza de los principios doctrinarios contenidos en El Libro de los Muertos de los egipcios, contienen el principio Cristo. La Ilíada de Homero y la Biblia Hebrea, así como los Eddas Germanos y los Libros Sibilinos de los romanos, contienen el mismo principio Cristo. Esto es suficiente para demostrar que el Cristo es anterior a Jesús de Nazaret. Cristo no es un solo individuo. Cristo es un Principio Cósmico que debemos asimilarlo dentro de nuestra propia naturaleza físico-psíquico-somática y espiritual, mediante la Magia Sexual.
Entre los persas, Cristo es Ormuz, Ahura-Mazda, el terrible enemigo de Arimán (Satán), que llevamos dentro. Entre los indostaníes es Krishna el Cristo, y el Evangelio de Krishna es muy semejante al de Jesús de Galilea. Entre los egipcios, Cristo es Osiris y todo aquel que lo encarnaba era de hecho un Osirificado. Entre los chinos es Fu-Hi el Cristo Cósmico quien compuso el I-King, libro de las leyes y nombró ministros dragones. Entre los griegos, el Cristo se llama Zeus, Júpiter, el Padre de los Dioses. Entre los aztecas es Quetzalcóatl, el Cristo mexicano. Entre los Eddas Germanos es Balder, el Cristo que fue asesinado por Hoder, dios de la guerra, con una flecha de muérdago, etc. Así podríamos citar al Cristo Cósmico en millares de libros arcaicos y viejas tradiciones que vienen de millones de años antes de Jesús. Todo esto nos invita a aceptar que Cristo es un Principio Cósmico contenido en los principios sustanciales de todas las religiones. >>
Se podrá estar o no de acuerdo con estas afirmaciones, pero es innegable que el Tantra Yoga (llamada en Occidente, entre otros nombres, magia sexual) es una milenaria enseñanza espiritualista que algunos autores consideran relacionada con el Bön, tradición chamánica y animista tibetana anterior a la llegada del budismo y que entró a formar parte de ramas del Budismo Tibetano, tanto que los llamados tantras superiores o tantras internos afirman que sin el acto sexual es imposible alcanzar la realización.  Incluso algunos afirman que esta religión tántrica existía en las semillas del Taoísmo (que apareció en China en el siglo IV antes de Cristo). ¡ESTUDIEN MAGIA SEXUAL![4]

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[1] Uno de los filósofos más renombrados del judaísmo durante el período helenístico



[2] En el hinduismo se considera que los avatares son encarnaciones del dios Visnú

[3] Es un término propio del budismo que alude a alguien embarcado en el camino del Buda de manera totalmente comprometida. Es un ser dedicado al sacrificio por la humanidad en la búsqueda de la suprema iluminación para todos los seres; busca no solo la salvación individual, sino la colectiva.

[4] Siendo joven, en 1979, publiqué un pequeño ensayo titulado “Sexo, Ciencia y Religión” que, en términos generales, puede ser útil como introducción para tener una interpretación gnóstico cristiana del Tantra Yoga