lunes, 8 de diciembre de 2014

LA GRAN TRAICIÓN AL NAZARENO II

Por Jorge Eduardo Medina Barranco

8 de diciembre de 2014, Bucaramanga, Colombia

Después de una gira de trabajo que me ha llevado de Bucaramanga a Bogotá, vuelta a Bucaramanga, viaje por Ecuador (Quito, Guayaquil, Cuenca, Manta) y Colombia (Rionegro, Medellín, Cartagena y vuelta a Bucaramanga) en la que he dictado conferencias y talleres, dirigido encuentros y retiros de meditación, reuniones y diálogos con cientos de colombianos y ecuatorianos para continuar en mi particular odisea de ayudar a las gentes a encontrar un camino más humano para sus propias vidas, me encuentro nuevamente en la hospitalaria Bucaramanga, una de las ciudades más importantes de Colombia, con aproximadamente un millón de habitantes que, con más de 10 universidades, es uno de los centros universitarios más destacados del país. Retomo el tema comprometido en mi blog: la gran traición al nazareno.

Es más complicado analizar la gran traición al nazareno considerando únicamente los cuatro Evangelios canónicos sin tener en cuenta también los Evangelios gnósticos que el catolicismo rechaza como herejes.
Los evangelios gnósticos forman parte de los evangelios apócrifos, es decir, aquellos escritos bíblicos que no entraron a formar parte de la Biblia, en una decisión dogmática llena de fanatismo. En el año 393, durante el Concilio de Hipona se decidió la lista de textos bíblicos que quedarían integrados en la Biblia que todos conocemos hoy en día, conformada por 46 libros en el Antiguo Testamento y 27 en el Nuevo Testamento.

Por su parte, los evangelios gnósticos son textos escritos en copto y que fueron encontrados por un campesino en 1945 cerca de Nag Hammadi en el alto Egipto. La vasija donde fueron encontrados contenía 13 libros de papiro, con 45 textos que, en su gran mayoría no eran conocidos pero hablaban, al igual que los evangelios canónicos, de la vida de Jesús aunque de una forma distinta a los evangelios canónicos; por ejemplo, en uno de ellos existe la noción de que Jesús y María Magdalena estuvieron casados.

Jesús siempre ha sido presentado por las iglesias cristianas como un líder religioso que dio origen a
una nueva Iglesia nacida del judaísmo, afirmación que no es cierta pues Jesús predicó en sinagogas, vivió como judío y murió como judío ajusticiado por los romanos. Analizando los textos antiguos bajo la nueva luz que arrojan los textos gnósticos, se puede deducir que, a pesar de que usaba el lenguaje y la cultura de su tiempo, que eran fundamentalmente religiosos, la visión de Jesús mira más allá de lo exclusivamente religioso y habla de  la transformación de los seres humanos. En realidad, Jesucristo emprendió una nueva vía espiritual con relación a su entorno judío basada en el encuentro con su propio ser y también transmitió una enseñanza ética de alcance universal: rechazo de la violencia, dignidad igualitaria para todos los seres humanos, justicia y distribución de los recursos, primacía del individuo sobre el grupo e importancia de la libertad de elección, separación de la política y la religión, amor al prójimo que llega hasta el perdón y el amor a los enemigos. Esta enseñanza se basa en la revelación de un Dios de amor y se inscribe, por tanto, en una perspectiva trascendente. Pero también con una dimensión profundamente humana y llena de racionalidad, cuyo mensaje ético es una verdadera sabiduría, en el sentido en que la entendían los filósofos griegos.

Jesús ve y habla sobre un ser humano diferente al que existe. Tanto sus palabras como sus actos trazan una línea de ruptura absoluta con lo que existe en su tiempo e incluso con lo actual: ¡maravillosa sabiduría del maestro Jesús de Nazaret! Utiliza paradigmas y metáforas que poco tienen que ver con las personas normales de a pie de hoy día y menos con los de su tiempo, con los que entra en conflicto. El ser humano que existe basa los cánones de su civilización en la violencia y Jesús habla de la antiviolencia. Según los Evangelios Gnósticos, Jesús fue el maestro encargado de desvelar ese nuevo rostro de la humanidad conforme al conocimiento y sabiduría gnóstica y lo hizo en parte en los secretos que reveló en exclusiva a María Magdalena.

Esta visión gnóstica de Jesús es la que yo comparto. Como insisto reiteradamente en mi blog, el homínido que somos y que nos ufanamos en llamarnos Homo Sapiens, solo podrá dar el salto por sí misma a una sociedad no violenta, que se funde exclusivamente en un amor que ya no sea esclavo del egoísta deseo de poseer al otro, mediante un proceso educativo que se base en los principios del auto-conocimiento y la transformación personal para desarrollar la propia conciencia a niveles de ser muy por encima del actual; solo así podrá ser un Ser que no necesite de los mecanismos de la violencia y de la rivalidad para alcanzar sus logros, sino que utilizará la cooperación consciente.

Como bien lo dice el periodista y escritor español Juan Arias en la introducción de su libro El Gran Secreto de Jesús:

<<Ésta es una humanidad más egoísta que muchos mamíferos a los que consideramos inferiores y que sólo será diferente cuando paradójicamente deje de ser humana. La demostración de que el actual ser humano no ha evolucionado mucho en el ámbito de las relaciones, de las emociones y de los instintos es que, a pesar de que se han producido enormes progresos en el campo de la tecnología y de las ciencias, continúa siendo tan depredador y violento o más que el hombre del Neolítico y más egoísta si cabe, con el agravante de que se ha convertido en un ser acumulador. De ahí la idea, defendida hoy por muchos sociólogos y científicos, de que la humanidad actual no podrá cambiar sus paradigmas de violencia y egoísmo sin un salto de especie>>

Este salto soñado será un salto de calidad humana que, insisto, solo puede producirse mediante un proceso educativo  en auto-conocimiento y transformación personal que nos enseñe a erradicar de nuestra psiquis los moldes mentales egoístas mediante el proceso de la eliminación del ‘ego’. No se trata de mejorar a la humanidad actual, en especial ética y moralmente, sino de dar paso a una especie inteligente nueva que no esté fundada sobre los presupuestos de la violencia personal o colectiva que surge del egoísmo. No se producirá de manera espontánea, ni mediante procesos de evolución mecánica, ni por influencia exterior de actos divinos de cualquiera de los diversos dioses de este mundo, ni de uno, ni de cien, ni de mil, sino mediante los esfuerzos personales en un proceso de auto-transformación que hemos comentado brevemente en algunos de los artículos de este blog.

Las Iglesias, todas diversas sectas cristianas desde las mayoritarias a las más pequeñas, se creen cada una dueñas de la única interpretación verdadera y oficial de los Evangelios y de la figura del profeta de Nazaret, y algunas todavía siguen persiguiendo con saña toda interpretación que no encaje con sus dogmas, sobre todo si tiene el más mínimo asomo de interpretación gnóstica de un trabajo personal sobre sí mismo para la eliminación del ego. De esa forma de interpretación equivocada de la doctrina de maestros de luz y sabiduría como la de Jesús de Nazaret habla la Biblia cuando dice:

“Oíd ahora esto, pueblo necio e insensible, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen”
Jeremías 5:21

“Hijo de hombre, habitas en medio de la casa rebelde; tienen ojos para ver y no ven, oídos para oír y no oyen, porque son una casa rebelde”
Ezequiel 12:2

“Y en ellos se cumple la profecía de Isaías que dice: `AL OIR OIREIS, Y NO ENTENDEREIS; Y
VIENDO VEREIS, Y NO PERCIBIREIS”
Mateo 13:14

“Y Él dijo: A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de Dios, pero a los demás les hablo en parábolas, para que VIENDO, NO VEAN; Y OYENDO, NO ENTIENDAN”
Lucas 8:10

Vean y entiendan, cristianos de todas las iglesias: sólo trabajando intensamente sobre sí mismos, negándonos a sí mismos como lo dice nuestro Señor Jesús, es decir, eliminando el ego de nuestra psiquis, dejaremos de ser ‘necios e insensibles’ y se abrirán nuestros ojos y oídos a la verdadera comprensión de las enseñanzas del Cristo Vivo y entraremos en un camino de verdadera humanización, paso indispensable para cualquier camino de trascendencia espiritual.