jueves, 7 de noviembre de 2013

¿ALTRUISTAS O EGOÍSTAS?

Por Jorge Eduardo Medina Barranco

Bucaramanga, 7 de noviembre de 2013

En el mes de octubre no dispuse de tiempo para escribir. Ahora en Bucaramanga he tenido un rato libre entre ayer y hoy y me dispuse a comentar un tema que me llamó la atención en mis ratos de lectura informativa. El contraste entre dos manifestaciones que diferencian, desde mi punto de  vista, lo que puede ser el comportamiento distinto entre el Homínido sin desarrollo verdaderamente humano y el Ser Humano obtenido mediante un proceso educativo y reflexivo de lo que es ser humano y sus valores más importantes.

Leyendo al conocido periodista español Juan Arias, en su blog Vientos de Brasil que escribe en el periódico español  El País, me enteré de la existencia de un ser humano extraordinario; uno de esos que pasan desapercibidos por la historia de su tiempo pero cuyas vidas han valido más que las de muchos que ocupan volúmenes de historia (estoy pensando en hitleres y estálines, que más que seres humanos se les puede clasificar como ‘animales humanos`, la más salvaje de todas las especies de nuestro planeta y que ha llegado a gobernar el mundo entero en muchos momentos de su historia con sus genocidios y barbaridades ingentes).

La entrada del blog de Arias a que me refiero tiene fecha 17 de octubre de 2013, y se titula “Sólo les hablo de mi Dios si me preguntan”.

En él nos habla del fallecimiento de la hermana Genoveva:

<<Ha hecho bien, el teólogo Leonardo Boff , en recordar en su blog el ejemplo de Genoveva que, llegada hace sesenta años, desde Francia, a la perdida aldea indígena de los Tapirapés, una comunidad en extinción, vivió entre aquellas gentes no para “convertirlas” sino para ayudarlas a no desaparecer, para devolverles su dignidad perdida. Vivió para ellos y con ellos. Trabajaba como ellos, junto a ellos. Compartía su comida, vivía en una choza como la de sus hermanos indígenas, y dormía como ellos en una hamaca>>

Se arrodillaba a rezar en silencio en su choza, lejos de la mirada de su comunidad indígena, porque su intención no era ‘evangelizadora’, sino de altruismo humano, esa extraña cualidad que el homínido no entiende porque él sólo sabe de ‘conversiones’, ‘conquistas’ y ‘atropellos civilizadores’ que encajen en los engranajes de su capitalismo salvaje o de sus dogmáticas creencias.

Deben existir muchos más seres humanos así, ignorados por la prensa mundial y el gran público y que, precisamente por su condición humana humilde, pasan desapercibidos para la mayoría de personas del mundo. Construyamos un mundo más humano no puede pasar por alto esta bella historia y me hago eco de ella.

Entregar la propia vida para ayudar a otros, como un maestro zen se entrega a la meditación, sin la búsqueda de provecho personal: ¿habrá mayor expresión del significado humano de compasión y amor fraterno que vidas como la vida de la hermana Genoveva? Que el supuesto amor al dios o no dios de cada uno nos condujera a todos por caminos semejantes de compasión, amor y fraternidad sería la mayor revolución pacífica de la humanidad, construiríamos un mundo más humano.

En el lado opuesto de este relato encontramos el impactante análisis del premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, en su blog de El País del 3 de noviembre de 2013, titulado Los parias del caribe, del desatino, en palabras de Vargas Llosa, de la sentencia del Tribunal Constitucional de la República Dominicana sobre el caso de Juliana Regis Pierre, joven dominicana de padres haitianos que parece haber cometido el ‘terrible delito’ de que sus padres fuesen en República Dominicana lo que suele llamarse ‘inmigrantes irregulares’, y le niegan la nacionalidad porque sus padres tienen una ‘situación irregular’

<<La sentencia del Tribunal Constitucional dominicano es una aberración jurídica y parece directamente inspirada en las famosas leyes hitlerianas de los años treinta dictadas por los jueces alemanes nazis para privar de la nacionalidad alemana a los judíos que llevaban muchos años (muchos siglos) avecindados en ese país y eran parte constitutiva de su sociedad>> nos comenta Vargas Llosa remontándonos a uno de los episodios más tenebrosos de la historia.

Y no solo lo analiza desde esa perspectiva, sino que también nos recuerda anteriores  episodios históricos de la barbarie humana: <<Es decir, hay que hacer pagar a los hijos (o a los nietos y bisnietos) un supuesto delito que habrían cometido sus antepasados. Como en la Edad Media y en los tribunales de la Inquisición, según esta sentencia, los delitos son hereditarios y se transmiten de
padres a hijos con la sangre>>

Y el resultado de tan bárbara sentencia sería convertir a unos 200.000 dominicanos de ancestros haitianos en apátridas incapacitados para obtener cualquiera de los derechos contemporáneos que las naciones que reconocen los Derechos Humanos conceden a sus ciudadanos. Serían personas que no existirían para el mundo.

Y lo profundamente triste es que no hay sociedad ni país, por civilizado y democrático que sea, donde no se vean estos actos que persiguen a ciudadanos por motivos racistas o xenófobos.

¿Qué mundo más humanos se puede construir de esa forma? Meditemos.