martes, 15 de diciembre de 2015

SIMBOLISMO DEL ESPÍRITU NAVIDEÑO


Por Jorge Eduardo Medina Barranco

Bucaramanga, Colombia. 15 de diciembre de 2015

Estamos en Navidad, una de las festividades más importantes del cristianismo, que conmemora el nacimiento de Jesucristo según el calendario de las iglesias Católica, Anglicana, la mayoría de las Ortodoxas y algunas comunidades Protestantes. En cambio, se festeja el 7 de enero en otras Iglesias como la Iglesia Ortodoxa Rusa o la Iglesia Ortodoxa de Jerusalén. Por otra parte, algunas Iglesias bautistas independientes y algunas congregaciones como los Testigos de Jehová no celebran la Navidad, porque la consideran una festividad pagana no prescrita en la Biblia.

Existen varias teorías sobre cómo se llegó a celebrar la Navidad el 25 de diciembre. Y, efectivamente, una de las más aceptadas es que la celebración de esta fiesta del 25 de diciembre, como dicen los Testigos de Jehová, es una celebración pagana de la antigua Roma: la celebración romana del nacimiento anual del dios-Sol en el solsticio de invierno (natalis invicti Solis), asociada al nacimiento de Apolo, celebración adoptada por la Iglesia Católica en el tercer siglo d. C. para lograr la conversión de los pueblos paganos. Se adoptó hasta la representación de Jesús con el halo radiante de Apolo, el dios-Sol. La traslación de la festividad es tan evidente, que
puede observarse la similitud de la “Alegoría de Cristo en forma del dios solar Helios o Sol Invicto conduciendo su carroza”, mosaico del siglo III d. C. de las grutas vaticanas en la Basílica de San Pedro en el techo de la tumba del Papa Julio I, con el mosaico romano de Apolo hallado en El Djem.

Otro festival romano que influyó en la celebración de la actual Navidad cristiana fue la Saturnalia, en honor a Saturno, dios de la agricultura y la cosecha en la mitología romana. Esta fiesta duraba cerca de siete días e incluía el solsticio de invierno. Las actuales tradiciones de Navidad son similares a esas tradiciones Saturnales que se celebraban en la antigua Roma con banquetes, intercambio de regalos y ambiente de fiestas.

Los solsticios son los momentos del año en los que el Sol alcanza su mayor o menor altura aparente en el cielo, y la duración del día o de la noche son las máximas del año, respectivamente. El solsticio de invierno corresponde al instante en que la posición del Sol en el cielo se encuentra a la mayor distancia angular negativa del ecuador celeste. Dependiendo de la correspondencia con el calendario, el evento del solsticio de invierno tiene lugar entre el 20 y el 23 de diciembre todos los años en el hemisferio norte, y entre el 20 y el 23 de junio en el hemisferio sur. El solsticio de invierno es el día más corto del año, ya que se trata del momento en que la tierra está más inclinada con respecto al sol, y por ello recibe menos luz en el hemisferio norte.

El Cristianismo se ha empeñado por siglos en desmentir el hecho evidente de que la fiesta de Navidad es una celebración del solsticio de invierno en el hemisferio norte, sólo porque cambiaron a Apolo por Jesús de Nazaret, que se sabe no pudo nacer en invierno según la propia descripción de los Evangelios. No solo el Cristianismo ha tenido como fecha sagrada el 25 de Diciembre, otras grandes teogonías del norte también han celebrado esta fecha. Basta con recordar que los germanos y escandinavos celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios nórdico del sol naciente, la lluvia y la fertilidad, y en esas fiestas adornaban un árbol de hoja perenne que representaba al Yggdrasil o árbol del Universo, costumbre que se transformó en nuestro árbol de Navidad cuando llegó el Cristianismo al norte de Europa. O que los aztecas celebraban durante el invierno, del 7 al 26 de diciembre de nuestro calendario, el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra. Aprovechando la coincidencia de fechas y sin importarles el porqué de esa coincidencia los primeros evangelizadores, los religiosos agustinos, promovieron la celebración de la Navidad y así desapareció el dios prehispánico y mantuvieron la celebración dándole características cristianas.

Aparte de su cristianización, la fiesta de la Navidad ha ido derivando a su carácter pagano mezclando su carácter religioso con la tradición de convivencia familiar y celebración social
no religiosa. Sobre todo a partir del siglo XIX cuando la Navidad empieza a afianzarse con el carácter que tiene hoy día, pues fue el siglo en el que empezó a popularizarse la costumbre del intercambio de regalos; costumbre que con el tiempo el marketing provechó para expandir esta fiesta por el mundo dándole un carácter distinto al religioso, y con temas que poco o nada tienen que ver con la tradicional celebración navideña. La Navidad se ha convertido en el principal motivo para los regalos entre familiares. Los Centros comerciales usan técnicas de marketing para motivar a compradores a realizar regalos, principalmente para satisfacer necesidades artificiales promovidas por el capitalismo alrededor del mundo. Incluso bancos y agencias diversas realizan anuncios publicitarios relacionados al espíritu navideño, mientras ofrecen préstamos para adquirir diversos productos a gusto de los consumidores. 

Es interesante escuchar al expresidente uruguayo José Mujica hablando sobre el consumismo,


y un documental que explica cómo se creó la ‘Cárcel del Consumismo’ mediante la obsolescencia programada


y reflexionar sobre ello.

Realmente, a pesar de su conmemoración consumista y no religiosa, la Navidad es 
un evento maravilloso sobre el cual debemos meditar profundamente. La Navidad es una fecha solar. En tiempos de Navidad los días son cortos y las noches son largas y frías en el hemisferio norte. Pero los días empiezan a alargarse y anuncia el cambio de ciclo estacional que conduce a la primavera con su explosión de vida. Este fenómeno astronómico fue tomado incluso desde los tiempos del neolítico como un evento espiritual simbólico: el renacimiento del año en lo que se refiere a la vida-muerte-renacimiento con su cambio de estación se considera una representación del proceso de renacimiento en el ciclo de la vida, que simboliza en última instancia el renacimiento del espíritu humano. Por ese proceso cósmico que es el cambio de ciclo vital de nuestro planeta, es por lo que muchas gentes sienten una especial alegría y felicidad en estas fechas navideñas.

En Navidad se celebra simbólicamente ese reavivar del espíritu humano mediante festivales y celebraciones que ocurren en la noche más larga del año, en el solsticio de invierno. Se celebra que pronto volverá la fuerza del Logos Solar, la energía divina que da vida a nuestro planeta. Por analogía, como un símbolo, en la antigüedad se representó al Cristo como Sol Invicto, como hemos visto en los mosaicos romanos. El sol era el símbolo más cercano a la fuerza de vida que es Cristo. El sol que da vida, calor, luz, energía, etc. es el símil más cercano a esa fuerza universal y cósmica de vida que llamamos Cristo. Como lo formula el maestro Samael Aun Weor, Cristo es una energía cósmica y universal, Cristo es en sí mismo el fuego sagrado, el fuego cósmico universal latente y vibrante en todo lo vivo. Las gentes están acostumbradas a pensar en Cristo como un personaje histórico únicamente: Cristo no es algo meramente histórico. Tal concepto de Cristo como algo únicamente histórico es un concepto equivocado. Nosotros consideramos que el poder que mantiene la vida en el universo es un agente cósmico que llamamos Cristo. Cristo es una fuerza, como la electricidad, como el magnetismo, un poder, un agente cósmico y universal de vida. Es la fuerza, todavía desconocida por la ciencia, que puede originar nuevas manifestaciones de vida.

No importa el nombre que se le dé a esa energía divina, la Navidad es para vivirla en nosotros mismos. ¿De qué sirve que Jesús haya nacido en Belén, si Cristo no nace en nuestro corazón?, es una pregunta fundamental del cristianismo gnóstico como lo formula el maestro Samael. Ese poder cósmico universal que es el Cristo es la fuerza que debe guiarnos en los mundos internos de conciencia cósmica en nuestro proceso de despertar espiritual.

Esa es nuestra visión del simbolismo del espíritu navideño: celebrar la Navidad es celebrar el nacimiento espiritual del Cristo íntimo en el mundo interior de un iniciado/a.

En el link http://www.escuelagnosticaecuador.info/paginas/sabiduria.php puedes encontrar un escrito del maestro gnóstico Samael Aun Weor sobre el Simbolismo espiritual de la Navidad.

Sin importar el sentido o significado personal que le des a la Navidad, seas creyente o no, recibe mis mejores deseos por tu paz y felicidad espiritual, y que la fuerza del poder de vida florezca en tu corazón como amor y compasión por todos los seres.

                           


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