INTRODUCCIÓN AL GNOSTICISMO
La Autoobservación
La Autoobservación
Por Jorge Eduardo Medina Barranco
Bogotá,
Colombia, Septiembre 14 de 2013
Como
pueden observar en lugar y fecha de este artículo, estoy en Bogotá donde me
encuentro atendiendo compromisos familiares en medio de una gira por varias
ciudades de Colombia para dictar talleres de ‘Objetivos Espirituales’,
‘Ontología del Lenguajes’ y ‘Educación Fundamental’. La segunda práctica
gnóstica que comentaré en este escrito es la de la autoobservación. Es una práctica tan importante en el proceso de
observación gnóstica, que merece un apartado específico. Tan importante que en
gnosticismo se considera un sentido más de nuestro funcionamiento corporal: el sentido de la autoobservación, y quien
no practique esta técnica no desarrolla este sentido y no puede considerarse
‘gnóstico’.
2º La Autoobservación
Si buscamos en la web,
encontraremos mucha información sobre esta práctica.
podemos encontrar un amplio artículo sobre el tema desde la
perspectiva psicológica, en la que se abordan temas como la definición, ámbito
de aplicación, cómo desarrollar el método, presentación de la técnica,
definición de la conducta objetivo, entrenamiento del sujeto para que preste
atención a la aparición de las respuestas problema, selección del método de
medición y del instrumento de registro, problemas metodológicos, nombres
referencia que se supone conocen los estudiantes de psicología, pero todo desde
la perspectiva clínica como una terapia para modificación de la conducta bajo
la dirección de un profesional de la psicología.
Según la página Web referida, la utilización de la
observación de la propia conducta, a partir de los años 70 (explosión de las
técnicas de autocontrol), se hizo cada vez más frecuente dentro del ámbito de
la modificación de la conducta. Define la autoobservación
como:
<<Consiste en tratar
de atender deliberadamente a la emisión de la propia conducta y registrar esa
emisión a través de algún procedimiento previamente establecido>>
Y
plantea los dos procesos que implica:
Ø Discriminar la presencia o ausencia de la conducta objetivo (la respuesta puede ser
fisiológica, cognitiva, emocional o motora).
Ø Registrar la emisión de la conducta.
Pero
en estas referencias universitarias siempre hecha uno en falta la referencia a
conocimientos más antiguos sobre el mismo tema, de modo que los estudiantes
universitarios ignoran el verdadero origen de dichos conocimientos. Uno de los
‘problemas’ que parecen encontrar los ‘doctos’ con estas referencias antiguas es
que parecieran tener una aplicación de tipo ‘místico’, y lo místico se refiere
a lo ‘espiritual’, y si eres ‘docto’ no puedes ser ‘espiritual’. Gran cantidad
de sabios y científicos del presente y del pasado que he estudiado en mi vida,
no parecen tener conflictos entre lo espiritual y lo material; pero el dogma
materialista se ha sembrado en las universidades y ha proliferado como las malas
hierbas en el monte.
Uno de los principales difusores de
este conocimiento de la práctica de la autoobservación en occidente fue el
filósofo y escritor ruso Piotr
Demiánovich Ouspenski (Moscú, 1878 – Surrey, Inglaterra 1947), quien a su
vez la conoció del escritor y maestro místico George Ivánovich Gurdjíeff (Alexándropol [actual Gyumrí, Armenia] 1872 – París, 1949) con quien se encontró por
primera vez en 1915. Yo la conocí en la década de los 60 cuando el maestro
gnóstico Samael Aun Weor incorporó a sus enseñanzas místicas esta práctica de
la autoobservación y de la división de la atención (Ver Mensaje de Navidad 66-67, por ejemplo), y de las enseñanzas de
Ouspenski y el maestro Gurdjíeff.
En “Fragmentos de una Enseñanza Desconocida”
leemos de Ouspensky:
<< El principio “Conócete a ti mismo” tiene un
contenido muy rico. En primer lugar exige, del hombre que quiere conocerse, que
comprenda lo que esto quiere decir, en qué conjunto de relaciones se inscribe
este conocimiento, y de que depende necesariamente.
El conocimiento de
sí es una meta muy alta, pero muy vaga y muy lejana. El hombre en su
estado actual está muy lejos del conocimiento de sí. Por eso, estrictamente
hablando, la meta del hombre no puede ser el conocimiento de sí. Su gran meta
debe ser el estudio de sí. Para él será más que suficiente el comprender que
tiene que estudiarse a sí mismo. La meta del
hombre debe ser el comenzar a estudiarse a sí mismo, a ‘conocerse a sí mismo’,
de una manera conveniente.
El estudio de sí es el trabajo o la vía que
conduce al conocimiento de sí.
Pero para estudiarse a sí mismo es necesario
ante todo aprender cómo estudiar, por donde comenzar, qué medios emplear. Un
hombre tiene que aprender cómo estudiarse a sí mismo y tiene que estudiar los
métodos del estudio de sí.
El método fundamental para el
estudio de sí es la observación de sí…
Y dos métodos de
observación de sí: el primero es el análisis…
Y el segundo es el método de las constataciones,
que consiste solamente en registrar, en grabar en la mente, en el momento
mismo, todo lo que uno observa”.
>>
Los
cambios de color y los subrayados, evidentemente, son míos.
El
aforismo griego "Conócete a ti mismo" (γνῶθι σεαυτόν) estaba inscripto en el pronaos del templo de Apolo
en Delfos y se considera que dicho aforismo tiene más de 2500 años de
antigüedad. Y en esa época también se conocía esa práctica en la India y China.
Y quien sabe en cuantos más lugares del mundo.
¡Pero parece que sólo son válidas las
referencias universitarias del siglo XX!
Maqueta del Santuario de Apolo, en Delfos |
Si queremos cambiar de
nivel de Ser y conectar con nuestro Espíritu Interior, debemos observar nuestro
programa mecánico (ver artículo anterior La Práctica Gnóstica, 1º Estudiar) mediante la práctica de la autoobservación, para poder conocer directamente ese programa y,
aprendiendo las técnicas adecuadas, modificarlo en la dirección de nuestro
interés.
Sólo así se producirá en
nosotros la iluminación espiritual.
Nadie puede hacer por uno mismo esa tarea. Por más que se esfuercen en soñar
con pastillitas para aprender a leer, si no estudian no aprenderán a leer. Por
más que sueñen con la iluminación como un proceso caprichoso que concede un ser
divino fuera de mí, sin saber cómo ni por qué, de manera arbitraria, nunca
despertarán conciencia ni lograrán la iluminación. Para muchos iluminados la
vida cotidiana probablemente no cambiará en lo sustancial, pero la verán de
otra manera, a la luz del Ser Espiritual.
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