viernes, 24 de enero de 2014

CIVILIZACIÓN Y BARBARIE: Leyes de Evolución e Involución

Por Jorge Eduardo Medina Barranco
24 de enero de 2014, Breña Baja, Tenerife - España
Este año se conmemora un triste aniversario: el centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).



Esta cuestión de la Gran Guerra siempre ha atraído mi atención, es uno de mis temas históricos favoritos, junto con mi tema estrella: la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué? Probablemente porque en mi niñez vi muchas películas de cine bélico en la sala de cine que era propiedad de mi abuelo materno, hecho que me permitió de forma gratuita asistir mucho a cine de éste y casi cualquier otro género que se proyectaba entonces desde mediados de la década de los 50 hasta finales de los 60 del siglo pasado: De aquí a la Eternidad (Fredd Sinnemann, 1953) Senderos de Gloria, también conocida como La Patrulla Infernal (Stanley Kubrick, 1957); El Puente Sobre el Rio Kwai (David Lean, 1957); Los Cañones de Navarone (J. Lee Thompson, 1961); El Día Más Largo (Ken Annakin y otros, 1962) Lawrence de Arabia (David Lean, 1962) fueron de mis primeras películas bélicas.


Al darme cuenta que las guerras mundiales habían ocurrido en vida de mis padres, y por tanto era un hecho casi contemporáneo con mi propia vida, me aficioné y leía libros de historia sobre el tema en la biblioteca de mi Instituto de bachillerato San Juan del Córdoba. Desde entonces he visto muchas más películas y he leído sobre el tema, no como especialista sino como simple aficionado. Obviamente, a lo largo de todos esos años he reflexionado y meditado sobre el tema de la civilización, la barbarie y la humanización.

Como dice el historiador CHRISTOPHER CLARK en ‘Las lecciones de 1914’:

<< En los últimos años, las afinidades se acumulan. Es ya casi un tópico decir que el mundo en el que vivimos se parece cada vez más al de 1914si creemos, como creo yo, que la guerra de 1914-1918 fue consecuencia de las relaciones entre una serie de potencias, cada una de las cuales estaba dispuesta a recurrir a la violencia para defender sus intereses, entonces quizá podríamos deducir que necesitamos diseñar mejores formas de integrar a las grandes potencias nuevas en el sistema internacional. Como mínimo, 1914 es una historia aleccionadora sobre lo mucho que puede deteriorarse la política internacional, y a qué velocidad, y con qué consecuencias tan terribles. >>

De todos es sabido que la naturaleza se procesa según dos leyes mecánicas antagónicas: las leyes de Evolución y de Involución. La Ley de Evolución estudia el desarrollo gradual, crecimiento o avance de las cosas o de los organismos: estelar, geológica, biológica, humana, tecnológica, cultural, etc. La Ley de Involución, por el contrario, estudia lo referido a todo proceso, organización, organismo o sistema que retrocede o se retrotrae en su progreso o desarrollo. Así, pues, todo lo creado se procesa mecánicamente según estas leyes antagónicas. Sin embargo, las ciencias contemporáneas están embotelladas en el dogma de la evolución; o, mejor dicho, las personas del mundo científico están dogmatizadas con la evolución. Sólo existe evolución, la involución ni se menciona: no es ‘científico’.

Es evidente que las civilizaciones humanas se procesan en oleadas regidas por estas leyes antagónicas, tan pronto hay en ellas evolución como tan pronto involución: se manifiestan como civilización y barbarie. A veces la civilización utiliza la barbarie para su propia defensa y entonces resulta muy fácil confundir a la barbarie con la civilización; cuando la barbarie se viste con los trajes de la civilización evoluciona maravillosamente, pero por mucho que evolucione siempre es barbarie. Esta barbarie disfrazada de civilización termina siempre destruyendo a la civilización. La historia humana conocida se compone de muchas civilizaciones que la barbarie destruyó. Los mitos y la ficción cuentan que existieron civilizaciones no históricas destruidas por su propia barbarie.

La Gran Guerra es un hecho histórico de barbarie que es visto como un ‘suceso histórico de la
civilización’. Fueron cuatro largos años (del 28 de julio de 1914 al 11 de noviembre de 1918) en los
que, como dice el periodista italiano Doménico Quirico (La Stampa) refiriéndose al conflicto de los Balcanes de hace 20 años, ‘los bárbaros derramaron sangre como si fuese agua’.
En la Gran Guerra los campos de Europa se convirtieron en una tierra roja de tanta sangre, particularmente en la Guerra de las Trincheras del Frente Occidental[1], cuyas consecuencias todavía afectan medioambientalmente al entorno de Verdún[2]. Barbarie pura y dura disfrazada históricamente con trajes de civilización[3].

Los humanos, no lo olvidemos, somos homínidos. Actualmente es ampliamente aceptada por la comunidad científica las relaciones filogenéticas de los diferentes grupos de hominoideos demostrada por los primatólogos. Los humanos somos, desde el punto de vista biológico, una especie animal cuya denominación científica es Homo sapiens. Nuestras características particulares es que somos animales que poseemos capacidades mentales que nos permiten inventar, aprender y utilizar estructuras lingüísticas complejas, lógicas, matemáticas, escritura, ciencia y tecnología. Somos animales sociales, capaces de concebir, transmitir y aprender conceptos totalmente abstractos. Todo esto equivale a decir algo así como que somos ‘mamíferos intelectuales’.

Pero todas estas capacidades no se desarrollan solas. Tienen que ser enseñadas por ‘maestros’ y, sobre todo, aprendidas por cada uno. Y el resultado de esta educación puede ser un ser humano o un ser inhumano; es decir, un individuo civilizado que practica el bien y busca la equidad y la justicia social o, por el contrario, un individuo bárbaro que practica la crueldad, el egoísmo y la injusticia social. Dentro de todo Homo sapiens conviven, coexisten los principios de la civilización y la barbarie. Somos civilizados cuando somos individuos buenos que recorremos la senda del bien, de la equidad y la justicia social. Somos bárbaros cuando no marchamos por la senda del bien y practicamos la crueldad, el egoísmo y la injusticia social. La gente no quiere pensar en esto, no desea pensar de sí mismo la posibilidad de ser bárbaro. Los bárbaros siempre son los demás, están en el pasado histórico, ya no hay barbarie; ahora vamos al espacio, visitamos planetas, tenemos internet y comunicaciones personales muy tecnológicas, hay nanotecnología, trasplantes, ingeniería genética y un largo etcétera de conocimientos e invenciones muy civilizadas. No podemos ser bárbaros. Sin embargo, la cruel realidad es que nuestro mundo está ahora más polarizado con la barbarie que con la civilización.

Lamentablemente, la Gran Guerra no es un hecho del pasado. De sus entrañas nació la Segunda Guerra Mundial, que ha sido la mayor contienda bélica de la Historia, con más de cien millones de militares movilizados y un estado de «guerra total» en que los grandes contendientes destinaron toda su capacidad económica, militar y científica al servicio del esfuerzo bélico, borrando la distinción entre recursos civiles y militares. Marcada por hechos de enorme significación que incluyeron la muerte masiva de civiles, el Holocausto[4] y el uso, por primera vez, de armas nucleares en un conflicto militar, la Segunda Guerra Mundial ha sido el conflicto más mortífero en la historia de la humanidad, con un resultado final de entre 50 y 70 millones de víctimas. Y todavía se sufren secuelas sociales de ella.


Además, actualmente hay en el mundo unas 70 guerras abiertas que están afectando gravemente a algunos países y al continente al que pertenecen... y, por supuesto a la gran afectada, la humanidad, por todas las muertes violentas que generan y sus secuelas de dolor y sufrimiento. En estas guerras han muerto unas 3.700.000 personas[5] en los últimos 50 años.




Sin darnos cuenta, nuestra civilización está siendo devorada por la barbarie. ¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros, de forma individual, para que el mundo sea más civilizado, más humano?




jueves, 9 de enero de 2014

EL CINISMO ‘HUMANO’: El fantasma del racismo recorre otra vez Europa

Por Jorge Eduardo Medina Barranco
9 de enero de 2014, Breña Baja, Tenerife - España

Estamos en un año nuevo, 2014, y ¿qué ofrece de nuevo éste año para ser más humano? Sin ponerme pesimista, porque hay solución, diré que:

Los judíos confiesan que vuelven a tener miedo. Algunos gitanos van a colegios segregados. Europa se reencuentra con el odio racial y religioso.

Cinismo es la desvergüenza o descaro en el mentir. También podríamos haber titulado el artículo como ‘La Hipocresía humana’, porque hipocresía es el fingimiento de sentimientos, ideas y cualidades, generalmente positivos, contrarios a los que se experimentan, es decir, mentir descaradamente.

El reciente funeral por la muerte de Mandela ha servido de escenario para que esta lacra social del cinismo y la hipocresía hayan tenido un perfecto escenario mundial para exhibir sus desvergüenzas. Todo Sudáfrica y un centenar de jefes de Estado y de Gobierno despidieron a Nelson Mandela, el hombre que derrotó al apartheid, con una ceremonia que se celebró en el estadio Soccer City de Soweto el día 10 de diciembre de 2013.

Y no es solo que el presidente Obama haya recordado que sigue habiendo presos de conciencia y que en el mundo haya demasiados líderes que manifiestan solidaridad con la lucha que libró Madiba "pero que no toleran la disidencia de su propio pueblo", sino que todos los dirigentes europeos, sin excepción, han glosado los méritos de Nelson Mandela. Muchos pronunciaron frases brillantes y asistieron a los funerales del hombre que venció al odio racial y al apartheid. Y sin embargo en la Unión Europea, donde la crisis no termina, el paro afecta a 25 millones de personas y hay 80 millones de pobres, la xenofobia y el racismo no dejan de aumentar.

La segregación (apartheid) en las escuelas es un problema que afecta a toda Europa del Este. Y emerge como el símbolo de un mal mayor que recorre ya todo el continente: el odio a las minorías, con los gitanos, los árabes, los judíos y los negros como comunidades más perseguidas. En la Europa occidental, en Holanda, Austria, Francia, Bélgica o Reino Unido, el poder político lleva algunos años tratando de convencer a sus pueblos que las exiguas minorías gitanas son responsables de la crisis, o de la gestión de la crisis.

Ha comenzado a convertirse en una seña de identidad europea el apartheid económico y racial y el odio al diferente en muchos de los 28 países de la UE, incluida mi querida España. El fenómeno inquieta tanto a algunos pensadores que el filósofo francés Christian Salmon ha escrito: “la política está siendo devorada por la xenofobia inherente al sistema económico neoliberal”.
En Europa los racistas han dado un paso al frente y han ocupado las calles, las redes sociales y los medios. La ministra francesa de Justicia, la guyanesa Christiane Taubira, de raza ‘negra’, ha sido comparada con un mono por una excandidata del Frente Nacional, por una niña de 12 años en una protesta contra el matrimonio gay y por una revista de extrema derecha, todos de raza ‘blanca’.

El portavoz de la Unión de Estudiantes Judíos de Francia (UEJF), Elie Petit, comenta: “El discurso antisemita se ha legitimado y corre libre por las redes sociales”. Antes de la II Guerra Mundial había este mismo discurso. Parece que Europa está volviendo a su pasado más oscuro.


Volviendo al discurso de Barack Obama, también aludió al carácter inspirador de Nelson Mandela en su propia persona: “Hace treinta años, cuando todavía era un estudiante, aprendí sobre Nelson Mandela y la lucha que acontecía en estas bellas tierras. E inspiró algo en mí. Me despertó para tomar conciencia de mis responsabilidades, hacia otros y hacia mí mismo, que me embarcó en un viaje inimaginable que me ha traído hasta aquí hoy. Y aunque me quede muy lejos del ejemplo de Madiba, él me hace querer ser una mejor persona”. “Sudáfrica nos enseñó que podemos elegir un mundo donde no haya conflicto, sino justicia y paz". Citó a continuación una de las célebres citas del icono de la lucha contra el "apartheid": 'Soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma’.

 ¿Qué nos hace más humanos?

Hacerse más humano es erradicar de nuestro psiquismo las funciones egoicas que nos reducen a comportamientos inhumanos. El racismo, la xenofobia, el cinismo, la hipocresía, no son valores humanos, son inhumanos. Pienso que de todas las lecciones y legados que nos deja Mandela, la más importante y más difícil de seguir es la del PERDÓN.

Aprender a perdonar es querer ser una mejor persona; es hacernos más humanos. Y ello solo es posible mediante un proceso educativo que despierte en nosotros la conciencia de que todos somos humanos, independientemente de razas, religiones, lugar de origen o cualquier otra condición: hacernos más humanos exige un esfuerzo personal de cambio, ser el dueño del propio destino y capitán de nuestra alma, tomar conciencia hacia otros y hacia sí mismo.

Los valores humanos no se heredan genéticamente, se construyen con el propio esfuerzo. Si quieres que el mundo cambie, cámbiate a ti mismo. Todo lo demás es falacia, autoengaño, sofismas del ego.

Que en este año 2014 mis amables lectores trabajen sobre sí mismos para erradicar de su psiquismo los comportamientos egoicos y florezcan las más nobles cualidades humanas en su corazón, trayendo paz y prosperidad a sus vidas y a la de todos los seres, y así consigamos un mundo más humano.