Bucaramanga, Colombia, Febrero 4 de 2018
Entendida la conciencia como el talento, inteligencia,
capacidad o aspecto psicológico del darse cuenta uno, independientemente de su
actividad mental, ante todo, de sí mismo, se hace evidente que el primer paso
que debemos dar en todo nuestro trabajo personal por el desarrollo de la
conciencia del bien es saber ¿QUIÉN SOY YO?
En la definición lingüística, el SER es la esencia o
naturaleza, lo más importante, lo más puro, con el conjunto de características
necesarias e imprescindibles para que ese algo o alguien sea lo que es,
referido especialmente a las creaciones dotadas de vida.
El SER ha sido una inquietud filosófica tanto de oriente
(Lao-Tse, Wang Bi, Guo Xiang…) como de occidente (Parménides, Platón,
Aristóteles, Heidegger…) considerándolo un algo trascendental, aquello que
trasciende y rebasa todos los entes sin ser él mismo un ente, es decir, sin que
ningún ente, por muy inmenso que sea o se presente, lo iguale. Dicho de otro
modo: el SER desborda y supera dialécticamente el mundo de las formas. En teoría
religiosa estaríamos hablando de DIOS.
El filósofo y físico Mario Bunge (Buenos Aires, 1919),
profesor de Filosofía en la McGill University de Montreal, Canadá, y premio
Príncipe de Asturias en 1982, defiende la aplicación del método científico al
campo de la reflexión filosófica para evitar lo que él considera especulaciones
incomprensibles con frases que no significan nada y que se consideran
filosofía. Como ejemplo pone a Martin Heidegger (1889, Messkirch - 1976, Friburgo de Brisgovia, Alemania) y su libro sobre El ser y el tiempo:
<< ¿Y qué dice sobre el ser? "El ser es ello
mismo". ¿Qué significa? ¡Nada! Pero la gente como no lo entiende piensa
que debe ser algo muy profundo. Vea cómo define el tiempo: "Es la
maduración de la temporalidad". ¿Qué significa eso? Las frases de
Heidegger son las propias de un esquizofrénico[1] >>.
Yo, como estudioso del mundo científico y del filosófico,
comparto ese punto de vista de encontrar un espacio de conocimiento que integre
tanto lo científico como lo filosófico pero, además, lo religioso y lo
artístico, porque de momento abarcan las formas de conocimiento racional y
emocional que engloban nuestro SER.
Esta búsqueda de ¿quién soy yo? significa precisamente
encontrar el SER de uno mismo. La experiencia directa del Yo Soy como Real Ser,
Íntimo, Dios en mí, o como se quiera llamar. Y desde la perspectiva del
conocimiento como lo entiendo yo (arte, filosofía, ciencia y religión), no es
ni una búsqueda racional ni una búsqueda emocional de algún tipo de cosa
irreal, ni entelequia alguna, sino una búsqueda espiritual real entendiendo
como espiritual la suma de todas esas características inmateriales más nobles
que nos hacen sabernos seres vivos en la forma en que sólo los humanos somos
capaces de hacerlo sobre nosotros mismos. Lo espiritual sería como la
quintaesencia del propio SER, una experiencia íntima y personal, una especie de
vivencia mística si se quiere ver así, una comunicación directa entre el ente
que vivo mi vida diaria y el SER que soy
en mi parte más divina, comunicándonos a través de la intuición o el
éxtasis.
Precisamente, eso es lo que hace que en la Biblia
encontremos a menudo la afirmación de Dios como “Yo Soy”. Recordemos el muy
conocido episodio de Moisés y la zarza ardiente del monte Horeb:
Entonces Moisés planteó a Dios esta pregunta: «Si voy a los
israelitas y les digo "El Dios de vuestros padres me ha enviado a
vosotros", y ellos me preguntan: "¿Cuál es su nombre?", ¿qué les
responderé?» Dios le dijo: «Yo soy el que soy» (Ex 3,13-14)
El versículo 14 nos ayuda a conocer el significado del
nombre de Dios en hebreo con cuatro consonantes, el llamado tetragrama, yhwh,
que lo pronunciaban, según las versiones bíblicas, como Yahvé o Jehová,
asociándolo al verbo hebreo hayah, que significa “ser”, “existir”. Por respeto
al nombre sagrado los judíos de la época no lo pronunciaron, sustituyéndolo con
“Adonay” que significa “Señor”. Algunos autores hacen notar que el verbo hebreo
hayah no designa una mera existencia sino una presencia viva y activa: Dios se revela
como un Dios personal, (Dios de Abraham, Isaac, Jacob, Ex 3,6) continuamente
presente en la historia junto al hombre. El nombre yhwh no es una definición
filosófica de la esencia divina, sino más bien una descripción de su actuar en
el mundo a través del ser humano, una enseñanza de que Dios está en cada ser
viviente, que cada uno de nosotros, de alguna manera, tiene la esencia de Dios
en su propio SER.
Y esa búsqueda espiritual del Ser Divino en nosotros mismos
puede iniciarse desde nuestra propia humanidad cuando describo lo que yo soy
desde la perspectiva de mis pensamientos, mis emociones y mis acciones. Estos
tres componentes (pensamientos, emociones y acciones) se llaman:
a. Componente
cognitivo. Es la toma de conciencia de cómo soy, y forma nuestro AUTOCONCEPTO
b Componente
afectivo. Es el trato o afecto que me doy, y forma nuestra AUTOESTIMA
c. Componente
conductual. Es el poder que me infundo para afrontar las situaciones de la
vida, y forma nuestra AUTOCONFIANZA
En nuestra próxima entrada del blog iniciaremos el estudio
de cada uno de estos tres componentes del Yo Soy, y que nos permiten escalar en
nuestro Nivel del Ser mediante un proceso de transformación interior radical.
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[1] Entrevista
del periodista español Ignacio Vidal-Folch a Mario Bunge, artículo que apareció
en la edición impresa del Viernes 4 de abril de 2008 del diario EL PAÍS.