jueves, 8 de febrero de 2018

CONCIENCIA DEL BIEN: YO SOY

Por Jorge Eduardo Medina Barranco

Bucaramanga, Colombia, Febrero 4 de 2018

Entendida la conciencia como el talento, inteligencia, capacidad o aspecto psicológico del darse cuenta uno, independientemente de su actividad mental, ante todo, de sí mismo, se hace evidente que el primer paso que debemos dar en todo nuestro trabajo personal por el desarrollo de la conciencia del bien es saber ¿QUIÉN SOY YO?

En la definición lingüística, el SER es la esencia o naturaleza, lo más importante, lo más puro, con el conjunto de características necesarias e imprescindibles para que ese algo o alguien sea lo que es, referido especialmente a las creaciones dotadas de vida.

El SER ha sido una inquietud filosófica tanto de oriente (Lao-Tse, Wang Bi, Guo Xiang…) como de occidente (Parménides, Platón, Aristóteles, Heidegger…) considerándolo un algo trascendental, aquello que trasciende y rebasa todos los entes sin ser él mismo un ente, es decir, sin que ningún ente, por muy inmenso que sea o se presente, lo iguale. Dicho de otro modo: el SER desborda y supera dialécticamente el mundo de las formas. En teoría religiosa estaríamos hablando de DIOS.

El filósofo y físico Mario Bunge (Buenos Aires, 1919), profesor de Filosofía en la McGill University de Montreal, Canadá, y premio Príncipe de Asturias en 1982, defiende la aplicación del método científico al campo de la reflexión filosófica para evitar lo que él considera especulaciones incomprensibles con frases que no significan nada y que se consideran filosofía. Como ejemplo pone a Martin Heidegger (1889, Messkirch - 1976, Friburgo de Brisgovia, Alemania) y su libro sobre El ser y el tiempo:

<< ¿Y qué dice sobre el ser? "El ser es ello mismo". ¿Qué significa? ¡Nada! Pero la gente como no lo entiende piensa que debe ser algo muy profundo. Vea cómo define el tiempo: "Es la maduración de la temporalidad". ¿Qué significa eso? Las frases de Heidegger son las propias de un esquizofrénico[1]  >>.

Yo, como estudioso del mundo científico y del filosófico, comparto ese punto de vista de encontrar un espacio de conocimiento que integre tanto lo científico como lo filosófico pero, además, lo religioso y lo artístico, porque de momento abarcan las formas de conocimiento racional y emocional que engloban nuestro SER.

Esta búsqueda de ¿quién soy yo? significa precisamente encontrar el SER de uno mismo. La experiencia directa del Yo Soy como Real Ser, Íntimo, Dios en mí, o como se quiera llamar. Y desde la perspectiva del conocimiento como lo entiendo yo (arte, filosofía, ciencia y religión), no es ni una búsqueda racional ni una búsqueda emocional de algún tipo de cosa irreal, ni entelequia alguna, sino una búsqueda espiritual real entendiendo como espiritual la suma de todas esas características inmateriales más nobles que nos hacen sabernos seres vivos en la forma en que sólo los humanos somos capaces de hacerlo sobre nosotros mismos. Lo espiritual sería como la quintaesencia del propio SER, una experiencia íntima y personal, una especie de vivencia mística si se quiere ver así, una comunicación directa entre el ente que vivo mi vida diaria y el SER que soy  en mi parte más divina, comunicándonos a través de la intuición o el éxtasis.

Precisamente, eso es lo que hace que en la Biblia encontremos a menudo la afirmación de Dios como “Yo Soy”. Recordemos el muy conocido episodio de Moisés y la zarza ardiente del monte Horeb:

Entonces Moisés planteó a Dios esta pregunta: «Si voy a los israelitas y les digo "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros", y ellos me preguntan: "¿Cuál es su nombre?", ¿qué les responderé?» Dios le dijo: «Yo soy el que soy» (Ex 3,13-14)

El versículo 14 nos ayuda a conocer el significado del nombre de Dios en hebreo con cuatro consonantes, el llamado tetragrama, yhwh, que lo pronunciaban, según las versiones bíblicas, como Yahvé o Jehová, asociándolo al verbo hebreo hayah, que significa “ser”, “existir”. Por respeto al nombre sagrado los judíos de la época no lo pronunciaron, sustituyéndolo con “Adonay” que significa “Señor”. Algunos autores hacen notar que el verbo hebreo hayah no designa una mera existencia sino una presencia viva y activa: Dios se revela como un Dios personal, (Dios de Abraham, Isaac, Jacob, Ex 3,6) continuamente presente en la historia junto al hombre. El nombre yhwh no es una definición filosófica de la esencia divina, sino más bien una descripción de su actuar en el mundo a través del ser humano, una enseñanza de que Dios está en cada ser viviente, que cada uno de nosotros, de alguna manera, tiene la esencia de Dios en su propio SER.

Y esa búsqueda espiritual del Ser Divino en nosotros mismos puede iniciarse desde nuestra propia humanidad cuando describo lo que yo soy desde la perspectiva de mis pensamientos, mis emociones y mis acciones. Estos tres componentes (pensamientos, emociones y acciones) se llaman:

a. Componente cognitivo. Es la toma de conciencia de cómo soy, y forma nuestro      AUTOCONCEPTO

b Componente afectivo. Es el trato o afecto que me doy, y forma nuestra AUTOESTIMA

c. Componente conductual. Es el poder que me infundo para afrontar las situaciones de la vida, y forma nuestra AUTOCONFIANZA


En nuestra próxima entrada del blog iniciaremos el estudio de cada uno de estos tres componentes del Yo Soy, y que nos permiten escalar en nuestro Nivel del Ser mediante un proceso de transformación interior radical.

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[1] Entrevista del periodista español Ignacio Vidal-Folch a Mario Bunge, artículo que apareció en la edición impresa del Viernes 4 de abril de 2008 del diario EL PAÍS.