El Día del Niño o Día Universal de Niños y Niñas es un día consagrado a la fraternidad y a la comprensión entre los niños del mundo y destinado a actividades para la promoción del bienestar y de los derechos de los niños del mundo.
ORIGEN DE LA CELEBRACIÓN
En 1954, la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó que se instituyera en todos los países un Día Universal del Niño y sugirió a los gobiernos estatales que celebraran dicho Día en la fecha que cada uno de ellos estimara conveniente. La idea de esta recomendación se debió a una institución llamada Unión Internacional de Protección a la Infancia, que en 1952 planteó que debía haber un día especial para festejar a los niños. Un año después, en 1953, cuarenta países decidieron unirse a la fiesta y celebrarlo también.
Pronto, las Naciones Unidas se sumaron a la idea y se decretó por unanimidad que debía establecerse una fecha para honrar y poner énfasis en las necesidades de los niños de todo el mundo. El 20 de noviembre de 1959, la Asamblea General de las Naciones Unidas se reunió con la intención de reafirmar los derechos universales de la niñez y para que se celebrara en cada país del mundo un día que se consagraría a la fraternidad y a la comprensión entre los niños del mundo entero y se destinara a actividades que desarrollaran el bienestar de todos los niños del mundo.
La ONU celebra dicho día el 20 de noviembre, en conmemoración a la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y de la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989, pero en cada país se celebra en un momento diferente.
En 2001, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó el informe del Secretario General titulado Nosotros los niños: examen de final de decenio de los resultados de la Cumbre Mundial en favor de la infancia referido al decenio de 1990, y que en su introducción, “Nosotros, los niños” dice:
“Todos hemos sido niños alguna vez. Y todos deseamos por igual el bienestar de nuestros niños, que siempre ha sido y seguirá siendo el anhelo más universal de la humanidad”
INFORMACIÓN Y CONCIENCIACIÓN EN TVE
La radio televisión española RTVE ha puesto en marcha la sexta edición de la semana Concienciados con la infancia, una iniciativa solidaria para explicar los problemas globales a los que se enfrentan los niños. Del 17 al 23 de noviembre de este año 2012, TVE, RNE y RTVE.ES incluirán en su programación contenidos relacionados con la infancia.
Esta sexta semana de Concienciados con la infancia en RTVE, dedicará cada día a una temática concreta ligada a la infancia: pobreza infantil (sábado 17), trabajo infantil (domingo 18), desnutrición (lunes 19), mortalidad (martes 20), educación (miércoles 21), explotación y abuso (jueves 22) y emergencias (viernes 23).
Cuando vi la noticia del primer reportaje sobre pobreza infantil, realizado por un equipo encabezado por el corresponsal de TVE en Colombia, Luis Pérez, y grabado en Cartagena de Indias para mostrar cómo los niños son víctimas de una ciudad en la que conviven el lujo y la pobreza extrema, se me erizaron los pelos y se me partió el corazón de tristeza y dolor.
DERECHOS DEL NIÑO
Varios documentos consagran los derechos de la infancia en el ámbito internacional, entre ellos la Declaración de los Derechos del Niño y la Convención sobre los Derechos del Niño. Estos documentos reconocen a los niños como sujetos de derecho, pero convierten a los Estados y a los adultos en titulares de la obligación de respetarlos y hacerlos respetar.
Todos y cada uno de los derechos de la infancia son inalienables e irrenunciables, por lo que ninguna persona puede vulnerarlos o desconocerlos bajo ninguna circunstancia.
A partir de la promulgación de la Convención de 1989 se ha ido adecuando las legislaciones internas de los países a los principios contemplados en la Declaración. Aunque la legislación y el sistema jurídico de cada país suele ser diferente, casi la totalidad de los países han ido consagrando medidas especiales para su protección, a nivel legislativo e incluso derechos constitucionales.
Pero, visto lo mostrado por Luis Pérez, o fotos como las siguientes:
LA NIÑEZ DESAMPARADA
Es profundamente criminal que, así como en Cartagena de Indias y en muchísimas otras grandes ciudades del mundo malvivan semidesnudos, hambrientos y miserables, millones de niños, que más que en casas sobreviven con sus pobres madres en lugares que parecen pocilgas de cerdos o, peor aún, viviendo en las calles desamparados, socialmente maltratados, humillados, vejados miserablemente por el solo delito de ser pobres.
El porvenir de todo país está en sus niños y si estos son abandonados por el Estado, ¿cuál puede ser el porvenir que le espera a tal nación? ¿Cuál nación? ¿Qué patria tienen los desamparados? Los niños que tienen hambre, frio, desnudez, y que vagan por las calles mendigando, ¿pueden realmente decir que tienen patria? ¿Existe para ellos el Estado?
El pueblo le confiere el poder al Estado y este debe proteger al pueblo. Los niños desamparados son del pueblo y el Estado debe cumplir con su deber protegiéndolos dignamente. Son muchos los millones de niños que han muerto en el más completo desamparo a lo largo del siglo XX, y en el XXI vamos por el mismo camino. No existe compasión para los infelices niños que huérfanos ambulan hambrientos y desnudos por las calles. Para ellos no hay lujosos colegios, ni bellos vestidos.
Parafraseando lo dicho por Krishnamurti en sus conferencias pronunciadas en su India natal en 1948, lo importante es hacer lo que se dice y no limitarse simplemente a discusiones verbales y rimbombantes declaraciones.
En un país que se considere verdaderamente civilizado no puede existir niñez desamparada. La protección infantil debe ser siempre el más poderoso de los organismos oficiales en una nación verdaderamente civilizada, porque una sociedad civilizada no debe seguir cometiendo el crimen abyecto y miserable de abandonar a sus niños. A veces los grandes señores les arrojan una moneda, o las damas elegantes que orgullosas transitan por las calles les dan un pan o un dulce sintiéndose después inmensamente satisfechas de su gran caridad. Realmente la crueldad que cada ser humano lleva dentro, se expresa fuera como falta de legítima humanidad para con los desamparados. El individuo es cruel, y así es la sociedad que él mismo ha creado. ¿Cuándo será el día en que grupos de damas y caballeros verdaderamente humanos se asocien para brindar a estos niños pobres, elegantes y bellos hogares infantiles, hermosos colegios y resplandecientes comedores? ¿Cuándo? ¿Cuándo? ¿Cuándo?
Es necesario un cambio fundamental, una revolución pacífica que cambie esta situación de desamparo e indigencia y que no se base en meras ideas. Esta revolución transformadora sólo llegará cuando exista en todos los ciudadanos de una nación la convicción fundamental de que tiene que haber una transformación interior de cada persona y no simplemente externa, de hermosas declaraciones que resuelven verbalmente las apremiantes necesidades de la niñez desamparada y no realizan acciones concretas de protección infantil. Sólo cuando cada individuo se haga consciente de cual es su propia relación con toda esa crueldad y miseria social, sólo cuando cada individuo comprenda que esa situación existe porque somos egoístas y crueles, sólo cuando cada uno de nosotros veamos claramente la relación que existe entre el desamparo social de la niñez y nosotros, entonces, quizá, si cambiamos nuestra actitud personal, podrá haber un cambio radical y fundamental en esa situación que vive el mundo.
Es indispensable que grupos de personas verdaderamente humanitarias se asocien para ayudar al Estado a trabajar por la niñez desamparada y afligida. Sólo así es posible brindar a estos pobres niños pan, abrigo y refugio. Sólo así es posible abrir lujosos colegios para estos niños desamparados. Estos bellos niños son también seres humanos. Ellos no son menos que nadie, son tan humanos como los niños ricos, son tan bellos como los hermosísimos niños elegantes. Tienen los mismos derechos de los ricos y la sociedad debe reconocerles sus derechos.
La crueldad para con estos niños no admite justificación. Los devotos/as de todas las religiones, los hermanos de todas las escuelas, órdenes, logias y sociedades espiritualistas deberían ser capaces de asociarse para resolver este problema de la infancia desamparada. No se puede seguir retrasando más la hora de practicar la acción humanitaria de amor y compasión enseñada por los maestros/as y sacerdotes de todos los tiempos. Las palabras que se dicen bajo los sagrados pórticos de todos los templos, deben convertirse en realidad concreta, sin distingos de ninguna clase.
Los niños/as no nacen con ideas políticas, filosófica o religiosas preconcebidas. Los niños/as sólo son pequeños seres humanos. Cuán doloroso es ver a los niños pobres y sucios, miserables y descalzos andando por las lujosas calles de las metrópolis. Los miembros de todas las religiones, los devotos de todas las sectas, los obreros de todas las fábricas, la gente de todas las industrias, los artistas de todas las tendencias, deben asociarse y trabajar por estos infelices niños y niñas desamparados.
Fuentes: Unicef, Wikipedia, Taringa, Samael Aun Weor (La Transformación Social de la Humanidad, El Cristo Social), J. Krishnamurti (Vivir de instante en instante).
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