jueves, 6 de febrero de 2020

GNOSTICISMO, LA SABIDURÍA DEL CONOCIMIENTO INTERNO

Bucaramanga, 6 de febrero de 2020

Por Jorge Eduardo Medina Barranco

En la madrugada del 17 de enero de 1994, el área norte del Valle de San Fernando en la ciudad de Los Ángeles sufrió el llamado Terremoto de Northridge. Un sismo de 6,7 en la escala de Richter, que causó 72 muertos, 12.000 heridos y pérdidas por 25 mil millones de dólares. Como contó a 'Los Angeles Times' Ed Krupp, director del Observatorio Griffith en esas décadas, después del terremoto de Northridge gran parte de la ciudad quedó a oscuras, y en el observatorio comenzaron a recibir llamadas de gente interesándose por una "extraña y gigantesca nube plateada” en el cielo oscuro.

Igualmente, la policía local y los servicios de emergencia recibieron llamadas similares en las que muchos angelinos despertados por los temblores, a las 4:31 a.m., preguntaban por el cielo extraño que habían visto después del terremoto. Valga decir que aun cuando esta historia es cierta, como recogen medios locales de la época, con el paso de los años se exageró el hecho curioso de llamadas normales de extrañeza por algo desconocido y crearon el mito urbano de unos cientos de llamadas a una psicosis colectiva.

Se estima que nuestra propia galaxia es invisible al 80% de la población mundial debido a la contaminación lumínica que sufrimos: cientos de millones de personas del siglo XXI no conocen el hermoso esplendor de un cielo nocturno iluminado solo por la luz de las miríadas de estrellas que tachonan el inmenso espacio del universo.

¿Por qué inicio con este relato? Porque una de las imágenes más recurrentes de lo divinal de hace siglos era la observación de los innumerables puntos de luz que contrastan con la pesada negrura del fondo del cielo nocturno del que parecen colgar y que hacía fácil imaginar que esa luz provenía de un mundo infinito de luz, que perforaba el velo negro de tinieblas que nos encerraba en una oscuridad densa y opresora, para iluminar nuestras vidas llenas de dolor y sufrimientos.

Esta imagen del cielo perforado por una luz infinita es una sencilla metáfora que podrían haber asumido los poco comunes y fascinantes maestros espiritualistas de hace dos mil años que llegaron a ser conocidos como gnósticos. Escarnecidos y perseguidos como herejes, los gnósticos fueron reducidos a una mínima expresión histórica por la Iglesia Católica del Imperio Romano entre los siglos tres y cuatro del Cristianismo, pero sus enseñanzas y prácticas han seguido apareciendo a lo largo de la historia de la cultura occidental a pesar de la continua persecución, hasta el extremo de exterminios al estilo del holocausto nazi practicado por los católicos como en el caso de los bogomilos de Tracia en el siglo X,  y de los cátaros  en la región del Languedoc francés erradicados violentamente a partir de 1209 mediante la Cruzada albigense convocada por el Papa Inocencio III con apoyo del rey Felipe II de Francia. En estos siglos por toda Europa los católicos, con ayudas de reyes y su nobleza bárbara, exterminaron pueblos enteros para erradicar lo que ellos consideraban ‘herejías’.

Pese a esa idea que permanentemente transmiten los enemigos del Gnosticismo de que es una herejía desaparecida al comienzo de la cristiandad, lo cierto es que, según Stephan A. Hoeller, históricamente el Gnosticismo ha tenido admiradores y practicantes de la talla de Voltaire, William Blake, W. B. Yeats, Hermann Hesse, C. G. Jung y muchos otros, y que en el siglo XX de la era Cristiana ha reaparecido con tal fuerza que parece que en este siglo XXI va a permanecer y a quedarse sembrado en la historia de Occidente por mucho tiempo.

Veamos un poco quienes son estas distinguidas personas, empezando por el mencionado Stephan A. Hoeller.

Stephan A. Hoeller, de quien estudié sus obras ‘El Jung gnóstico y los siete sermones a los muertos’ y ‘Gnosticismo: Una nueva luz sobre la Antigua Tradición del Conocimiento Interno’ allá por la década de 1990 y los primeros años del 2000, es un autor y académico nacionalizado estadounidense. Nació en 1931 en Budapest, Hungría, en una familia de la nobleza austrohúngara. Exiliado de su país natal como resultado del gobierno comunista posterior a la Segunda Guerra Mundial, estudió en varias instituciones académicas en Austria, Bélgica e Italia. En enero de 1952 emigró a los Estados Unidos y desde entonces reside en el sur de California.

Hoeller fue consagrado al episcopado gnóstico por Richard Duc de Palatine el 9 de abril de 1967. Ronald Powell (que tomó el nombre eclesiástico Richard Jean Chretien Duc de Palatine) había establecido una iglesia gnóstica moderna, la Iglesia Católica Gnóstica Pre-Nicea, en Inglaterra durante la década de 1950. Después de la muerte de Duc de Palatine en la década de 1970, Hoeller abrevió el nombre de la iglesia, en forma latina, a Ecclesia Gnostica. Ha seguido sirviendo como obispo de la Ecclesia Gnostica durante más de cuatro décadas.

Autor y estudioso del gnosticismo y la psicología junguiana, Hoeller es el titular principal de la transmisión gnóstica inglesa en Estados Unidos. Ex miembro de la facultad de conferencias de la Sociedad de Investigación Filosófica Manly P. Hall, y conferencista nacional de la Sociedad Teosófica de América, desde 1963 ha sido Director de Estudios para la Sociedad Gnóstica de Los Ángeles. Es profesor emérito de religión comparada en la Facultad de Estudios Orientales de Los Ángeles, California.

En una entrevista que le hicieron en 2003, dijo sobre el gnosticismo:

<<Creo que podríamos describirlo como una forma muy temprana de cristianismo, muy diferente en muchos aspectos de lo que el cristianismo se convirtió más adelante. Es mucho más individualista. Está mucho más orientado hacia el avance personal y espiritual y la transformación del individuo, considerando a figuras como Jesús como ayudantes en lugar de salvadores sacrificiales. Es una forma de religión que tiene un alcance mucho más ecuménico y universal en términos de su relación con tradiciones espirituales y religiosas distintas de la cristiana.

Diría que este parece ser, en lo que respecta al gnosticismo, el tiempo que los griegos llamaron kairos[1] , el tiempo en que los dioses renacen. Vivimos en una época, creo, cuando ciertas ideas atemporales, que han estado sumergidas y sometidas durante mucho tiempo, vuelven a aparecer. En ese sentido, estamos viviendo tiempos muy interesantes, como dirían los chinos. Tiempos interesantes, tiempos espiritualmente poderosos, siempre proyectan una gran sombra. También habrá grandes dificultades, pero creo que las tradiciones gnósticas, junto con una serie de ideas afines, están renaciendo en este momento y tendrán una influencia significativa en el futuro. Aquellos de nosotros que nos encontramos trabajando dentro de ese campo estamos singularmente bendecidos de que podemos hacer este trabajo en este momento en particular. Así que siento que estoy en el lugar correcto y en el momento correcto y estoy profundamente agradecido por todo eso>>


En los próximos artículos comentaremos brevemente sobre las personalidades mencionadas por Hoeller y sobre el gnosticismo como conocimiento interno.


_____________________________________________
Conjunto de condiciones que caracterizan la situación o la circunstancia que rodea a una persona

1 comentario:

  1. Conocer el pasado de la historia humana, es tener la oportunidad de renacer y entender que esos impulsos internos de acciones y pensamientos no son casualidad.

    ResponderBorrar

Como norma no suelo tomar en cuenta, ni contestar, los comentarios anónimos, porque lo que sucede, de acuerdo a algunas sentencias jurídicas, es que las publicaciones asumen la responsabilidad de los comentarios anónimos prácticamente como si fuesen propios; y ya se sabe todo lo que sucede en el mundo de los anonimatos (bulling cibernético, por ejemplo). De todas maneras, considerando que las opiniones vertidas en los comentarios son de exclusiva responsabilidad de los lectores que las emiten y como medio de comunicación con ellos, responderé algunos anónimos bajo los siguientes supuestos:

1. Me reservo el derecho de no publicar, remover o editar cualquier comentario que, en mi sola discreción, sea inaceptable. Estos podrían incluir ataques personales, palabras soeces y otros comentarios que me parezcan objetables por cualquier motivo. También me reservo el derecho de editar los comentarios para corregir errores de gramática u ortográficos detectados por mí o algún amable lector.

2. El tamaño máximo permitido de los comentarios es de 800 caracteres.
El sistema de comentarios tiene una “cola de moderación”, es decir, son revisados previamente a ser publicados y, generalmente, con un comentario mío. Como este trabajo lo hago sólo, pido paciencia cuando los comentarios no son publicados inmediatamente.

Esperamos que las disposiciones presentadas tengan una buena acogida en nuestros lectores y comentaristas, recalcando que éstas están elaboradas con las mejores intenciones para mejorar la calidad de nuestra comunicación.