El profesor de Filosofía y escritor español Fernando Savater (San Sebastián, España, 1947) escribió hace 30 años atrás en su libro “Ética para Amador” que: “No creo que la ética sirva para zanjar ningún debate, aunque su oficio sea colaborar a iniciarlos todos”.
Según
la Real Academia Española de la lengua (RAE), la palabra «ética»
puede adquirir diferentes significados según el contexto —”recto, conforme a la
moral”, “conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona”,
“persona que estudia o enseña la moral”, “parte de la filosofía que trata del
bien”— pero que no considera a la «ética» como esa especie de “motor de controversias” que le asigna Fernando Savater, a
pesar de que parece que la ética sí alienta fuertes debates al no coincidir las
respuestas de unos y otros.
¿Se
puede vivir sin ética en tiempos en los que una pandemia ha mandado al tiesto
de la basura los principios morales de tanto dirigente político?
Hegel nos habló de la «eticidad», es decir, de la bondad de las acciones humanas; Kant nos habló de la moral como el reino de la libertad; Habermas nos habla de la filosofía política integrada en el debate ideológico como portadora de los valores democráticos en las sociedades de hoy. Cuando aún hoy sigue sin respuesta el perenne dilema aristotélico consistente en que sabemos que queremos ser felices, pero no sabemos qué es la felicidad, ¿Se puede construir una educación sin valores éticos?
Vivimos en un mundo en el que la sociedad demanda un comportamiento ético responsable, tanto en la ciudadanía como en sus dirigentes políticos, religiosos, empresariales, etc. ¿Cómo puede pedirse un comportamiento ético si no se enseña?
¿De
qué sirve aprender de memoria los derechos humanos o los valores espirituales,
si las personas individuales no saben resolver los dilemas morales que la
convivencia en sociedad les presenta? No sirve de nada.
Las
personas deben ser capaces de decidir qué derechos o qué valores están por
encima de otros y aplicarlos en la vida diaria, y para eso es que sirve la
ética, para saber por qué hay que hacer una cosa y por qué no otra, lo que nos
ayuda a tomar decisiones que impliquen nuestro comportamiento diario. Eso es lo
importante.
La
ética es una reflexión filosófica que es previa a los valores cívicos. La
filosofía es una reflexión sobre las preguntas humanas, reflexión que no está
respondiendo a qué es lo que vamos a hacer sino que está cuestionando qué es lo
que somos. Debemos entender que una cosa son las cuestiones prácticas, lo que
hay que hacer y lo que no en nuestro mundo real, y otra distinta son las
preguntas éticas que cuestionan por qué hay que hacer eso o por qué no.
Savater
publicó Ética para Amador (Ariel) en
1991 en una época en que los profesores de Filosofía en España no tenían clara
la materia que tenían que impartir. Él planteó la importancia de separar lo que
hay que hacer del por qué hay que hacerlo. Saber por qué hago las cosas es
tener conciencia despierta.
En
la Escuela Gnóstica de Educación Continua pensamos que la ética debe ser
enseñada para que la apliquemos a los problemas concretos de la vida diaria, no
como una teoría de lo que piensan los filósofos al respecto, sino que debemos
educarnos para convivir cívicamente, es decir, preocupados e interesados por
los demás miembros de la comunidad humana en la que vivimos, y, sobre todo, saber
pensar respuestas que resuelvan humanamente los problemas de la sociedad desde
la responsabilidad de cada persona: esa actitud la llamamos Tercer Factor de la Revolución de la
Conciencia, Sacrificio por la
humanidad, o sea un comportamiento
abnegado en el
que renunciamos a nuestros intereses
egoístas en favor de otros seres, sacrificando nuestra voluntad egoísta en
beneficio del bien común.
Para
realizar este factor de “Sacrificio por
la humanidad” debemos trabajar psicológicamente para despertar conciencia y eliminar los factores egoístas de nuestro
comportamiento. Eso es lo que yo llamo construir un mundo más humano.
LES INVITO A TRABAJAR PSICOLÓGICAMENTE SOBRE SÍ MISMOS PARA CONSTRUIR UN MUNDO MÁS HUMANO