Por Jorge Eduardo Medina Barranco
10 de marzo de 2014, Breña Baja, Tenerife, España
No voy a seguir detallando los casos de barbarie (por ejemplo: pederastia, drogadicción,
explotación, esclavitud y un largo
etcétera), pero quienes me han escuchado hablar sobre el maltrato a las mujeres
saben que considero este uno de los principales actos descriptivos del
comportamiento animal humano. Ahora, gracias a un encargo del Parlamento Europeo, podemos tener una radiografía de los niveles de violencia que sufren
las mujeres en Europa. En los siguientes gráficos de barras podemos ver dos casos, el de violencia de género sufrido por mujeres en respuestas afirmativas
de las que la han padecido y el de percepción social de la violencia contra las
mujeres.
Sorprende ver que la percepción social del fenómeno es muy
elevada, todas por encima del 50%, siendo las más elevadas la de los pueblos
latinos hasta el altísimo 93% de Portugal; mientras que la respuesta directa de
las mujeres invierte ese resultado: las mujeres nórdicas aseguran haber sido
más maltratadas que sus congéneres del sur.
No entraré a tratar de explicar los resultados inversos
entre percepción social y realidad vivida, porque eso corresponde a un estudio
sociológico fuera del alcance de este blog, pero mientras en Dinamarca, por
ejemplo, el 52% de las mujeres ha sufrido violencia física o sexual, en España
ese porcentaje es del 22%. Y mientras en países como Dinamarca o Suecia el
porcentaje de mujeres que dice haber sido maltratada por su pareja oscila
alrededor del 30%, en los países del sur está en torno al 20%. España, con un
13%, figura entre los países con menor maltrato por parte de la pareja[1]
El continente europeo es considerado por millones de humanos
de todo el mundo como madre de cultura y civilización, y sin embargo los
comportamientos de muchos millones de sus gentes no dejan de ser animales.
Podríamos pensar, como de hecho piensa la mayoría social, que esos son
‘comportamientos humanos’. Ahí es donde mi visión difiere. Para mí, el homínido
humano tiene ‘comportamientos de animal humano’ y el maltrato a sus congéneres
es uno de ellos, y sólo mediante un proceso educativo puede dejar de ser un
‘animal humano’ y transformar su comportamiento para convertirse en ‘ser
humano’.
Si los comportamientos animales de nuestra especie son los
‘comportamientos humanos’, apaga la luz y vámonos que no hay nada que hacer.
Ese tipo de pesimismo no va conmigo. Así como es verdad que todos tendremos que
morir algún día y que hay millones de personas a las que les da miedo o les
produce angustia tan sólo pensar en ello, también es cierto que nuestra
biología animal existe y condiciona muchos comportamientos humanos en semejanza
con el de otros animales y a millones de personas les horroriza pensarlo y
existe la creencia inmensamente mayoritaria (sobre todo por educación
equivocada) que no somos nada animales, sino que somos únicamente ‘seres de
origen divino’[2] caídos en garras del mal.
Para mí, eso es como pensar que los gusanos orugas no son larvas sino mariposas
(porque eso es lo que podrían llegar a ser) que no saben que pueden volar por
estar atrapadas por el mal; o que una bellota ya es un roble por el mismo
argumento equivocado. Hay un proceso previo -- misterioso, mágico y
maravilloso, si se quiere ver así; o simplemente natural y vulgar, si se quiere
ver de ese modo -- que convierte a un gusano en mariposa y a una bellota en
roble.
Somos símiles a una bellota dentro de la cual se halla todo
el potencial para convertirse en un
majestuoso roble, o a un gusano que
mediante metamorfosis se transforma en una espléndida mariposa. Aunque dentro
de nosotros, en nuestra
esencia humana, se halla todo el potencial para
conseguir lo que deseamos como humanos, a veces hay muchos obstáculos (externos
y sobretodo internos) que nos lo impiden y nos quedamos en simples animales
humanos.
Como educador que he sido y soy, es obvio que plantear un
problema sin intentar siquiera resolverlo se convierte en un ejercicio inútil.
Mi visión es que siendo animales mamíferos en nuestro origen biológico, lo cual
puede producir comportamientos típicamente animales, podemos llegar a ser
verdaderos seres humanos mediante un proceso educativo de desarrollo de
conciencia
ética.
Critico la barbarie como animalidad, pero propongo el trabajo
psicológico sobre sí mismo como vía para desarrollarnos como verdaderos
humanos. El ‘trabajo psicológico sobre sí mismo’, que implica estudios y
prácticas, es el proceso de ‘crisálida’ que puede transformar al ‘mamífero
intelectual’ en el esplendoroso SER HUMANO que podemos llegar a ser. Y ninguna
evolución mecánica ni ningún paso del tiempo pueden realizar ese trabajo por
nosotros mismos. Es nuestra responsabilidad personal y social.
Como ya he insinuado en la anterior entrada al blog, este
Gran Problema del proceso de humanización que implica nuestra vida personal y
nuestra relación con la sociedad puede tener inicios de solución MEDITANDO.
Entre los maestros mundiales de meditación tenemos a los budistas[3] . Ya hacia el
final de la década de los 60 del siglo pasado, mientras estudiaba ingeniería química,
leía y reflexionaba sobre religiones y filosofías inspirado por las lecturas y
prácticas del maestro gnóstico colombiano Víctor Manuel Gómez (Samael Aun
Weor).
Cristianismo, Islamismo, Budismo, Judaísmo, Hinduismo,
Filosofía China, Esoterismo estaban en el centro de mis lecturas y reflexiones
junto con lecturas científicas y técnicas, porque siempre he sido un inquieto
buscador del conocimiento lejos de dogmas o fanatismos. Entre ellas, el budismo
llamaba mucho mi atención porque, a diferencia de otras religiones, en el
budismo no encontraba
invasiones, ni conquistas territoriales en su nombre: el
budismo no conoce la noción de ‘guerra santa’, la conversión forzada, ni
tampoco considera la noción de herejía como algo siempre pernicioso, a
diferencia de otras religiones. No se puede negar que han existido algunos
episodios históricos de enfrentamientos violentos en el mundo budista por
cuestiones de doctrina o de acoso a personajes disidentes o algunas minorías,
pero estos son excepcionales para una religión que se convirtió en la
mayoritaria de Asia durante un recorrido histórico de 2500 años; además, muchas
acciones del animal humano no necesariamente son imputables a la religión que
practica sino a la responsabilidad personal de quienes cometen los actos
violentos. Los budistas aceptan la pluralidad de enfoques y el reconocimiento
de distintos puntos de vista doctrinales. No cabe duda que mi temprana visión
humanizadora simpatizó con esta visión y convertí la meditación en una de mis
prácticas favoritas.
La segunda de las
Cuatro Nobles Verdades del budismo nos
dice que el origen del sufrimiento es el
deseo (tṛṣṇā), y pienso que el deseo
es también la raíz del egoísmo, ese excesivo aprecio que tiene una persona por
sí misma y que la hace atender desmedidamente a su propio interés sin
preocuparse del de los demás, comportamiento que yo considero típicamente
animal; ese deseo malsano se convierte en un anhelo vehemente de poseer algo
sin importar las consecuencias, origen de tantos vicios[4] y que las primeras enseñanzas del
cristianismo romano clasificaron en los siete pecados capitales[5] siguiendo a Juan Casiano y a Gregorio Magno[6] .
El egoísmo y el sufrimiento surgen de una misma raíz, se originan en el ansia
que causan los deseos, los sentidos y el placer descomedido, buscando la
satisfacción sin límites, el ansia de poseer, el ansia de llegar a ser, el
ansia de nacer de nuevo y el ansia de ser aniquilado.
El budismo plantea claramente en la tercera de sus Nobles
Verdades que el sufrimiento puede extinguirse cuando se extingue su causa: El
sufrimiento se extingue con el abandono del ansia de placeres sensuales, de
poseer, de llegar a ser y de aniquilación, y con la ausencia de pasión. Es
obvio que si la causa del sufrimiento es la misma raíz que la del egoísmo, la
tarea de extinguir el sufrimiento elimina también el egoísmo que es la
manifestación desbordada de nuestro ‘ego’. Este camino de aniquilación budista
del ansia de placeres sensuales es conocido en el gnosticismo contemporáneo
como ‘eliminación del yo’, ‘muerte psicológica’ o ‘muerte mística’.
En la cuarta de sus Nobles Verdades, el budismo afirma que
el noble camino, el óctuple noble sendero, es el método para extinguir al
sufrimiento: El budismo prescribe un método, o camino, con el que se intenta
evitar los extremos de una búsqueda excesiva de satisfacción por un lado, y de
una mortificación innecesaria por el otro. Este camino comprende la sabiduría,
la conducta ética y el entrenamiento o cultivo de la ‘mente y corazón’ por
medio de meditación, atención y la plena consciencia del presente de manera
continua.
¡Hermosa propuesta de
solución humanizadora
para tener en cuenta en el trabajo sobre sí mismo!
Muy interesante al ver como cuando se pregunta a una persona si ha sufrido la violencia de género ella prefiere no negar o afirmar, pero cuando se le pregunta si ha visto que otros la sufren es inmediata su afirmación. Las leyes de muchos países seguiran buscando una forma de castigar a quien maltrate y de proteger al maltratado, pero eso no dentendrá que se repita cada día; por ello es necesaria nuestra educacion personal para conocer porque se es maltratador y corregir las causas antes de destruir al ser que te acompaña, que amas o amastes, al ser que ha tenido la coincidencia de estar cerca de ti y que hoy tambien necesita de comprensión, no una sola vez sino muchas veces.
ResponderBorrarOrlando.